viernes, 5 de diciembre de 2008

La intermitente vida que somos

Lo descubrí ayer y quedé fascinada (atrapada). Belleza, sabiduría y arte fusionados por la publicidad. Y como herramienta para hilarlo ... la voz de un magnífico actor: Hector Alterio.

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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Frío

Hay mañanas que amanecen frías, intensamente frías.

Me basta con extender el brazo derecho para descorrer la cortina y ver el parque que hay enfrente. Es temprano y la humedad de la madrugada con seguridad ha empapado por completo la superficie de los bancos.

Salvo un hombre, nadie más se ve. Un hombre de raza negra, sentado sobre unos papeles de periódico que intentan hacer las veces de impermeable. Sólo él, los bancos, los árboles, las farolas y el césped.

Me pregunto si habrá conseguido plaza la pasada noche en el albergue que hay en las inmediaciones. Si no fue así, la única opción probable para huir de la intemperie absoluta habrá sido dormir en los aparcamientos techados que hay bajo el parque... ¿En un colchón de cartón?

Ahí está, acompañado únicamente por su soledad, con los ojos fijos en la nada y las manos en los bolsillos -posiblemente vacíos de ganas- de un chaquetón que no tiene pinta de abrigar mucho. Un gorro le cubre la cabeza. Y me cala los huesos el frío que a él parece no afectarle, quizás porque ya está de sobra acostumbrado a la gelidez.

¿Qué pensará al proyectar su mirada que parece perderse en ningún punto concreto?... ¿Recordará a seres queridos que dejó en su lugar de origen cuando partió en busca de un sueño?... ¿Llegaría en patera?... ¿Cuándo le abrazó alguien por última vez?... ¿Le abrazó alguien una primera o última vez?... ¿Qué sentirá en este momento?... ¿Qué sentirá en otros?... ¿Qué sentirá siempre? No sé si es producto de mi imaginación, pero hasta casi me parece verle escarcha en la piel. ¿O será que la de su corazón es de tal calibre, que traspasa con fuerza su epidermis y allí se instala a la espera de que la salida del sol la derrita?
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Miro al techo que me cobija. Es extenso, tan extenso que albergaría con holgura a varios como él. Un techo que cuadricula un hogar cálido, con orientación Sur, que ni precisa calefacción extra para sentirse cómodo ¡Se librarían del frío! ¿Un plato caliente de comida? ¿Cuartos de baño en los que poder asearse? Pero no puedo ofrecérselo, no puedo brindarle ni a él, ni a tantos como él o en circunstancias similares, la panacea que solucione su difícil realidad. Pienso entonces rebeldemente en la justicia, en la utopía... ¿Por qué te alejas tanto en ese, tu horizonte que se hace inalcanzable? Quisiera gritar en este momento un montón de palabras mal sonantes. Estoy furiosa, creo, pero al mismo tiempo volviendo a reconocer mi enorme privilegio. ¡Estoy de tantas maneras en este instante... !

Pasan los minutos... ¿las horas? y sentado está un hombre. Un hombre negro. Sobre un banco mojado. Apenas se mueve. ¿Es un ser humano o una estatua? ¿Cuántos hemos reparado en su presencia? ¿Cuántos?

Hay mañanas en que algunos cuerpos amanecen fríos, muy fríos.
Hay mañanas en que, también, a algunos, de ver a hombres como ese, sentados en un banco mojado... se nos congela el alma.

Y no sé por qué, pero de repente me ha invadido uno de los cuentos preferidos de mi niñez, que leía y releía, aunque siempre me acabara poniendo triste: “El príncipe feliz”... y su leal golondrina.

Vaya... no sé si llueve o lo que cae es una lágrima.
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domingo, 30 de noviembre de 2008

Resurrección

¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas?
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La historia, a mi juicio, maravillosa. Claro, made in Isabel Coixet.
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“Todo, incluso las cosas más insignificantes tenían otro sabor desde que sabía que esa sería la última vez que podía hacerlas para ella. Y de tanto comportarse como un hombre enamorado, volvió a enamorarse.”

Por si alguien desea conocer el nombre de la pieza musical: “A estrada do monte”, de Rodrigo Leao.
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sábado, 29 de noviembre de 2008

Anónimos imprescindibles

Ya es tiempo de ir otorgando un espacio frecuente en el que colocar tesoros rescatados del cofre de papelitos, papelotes y papelones ...

"Un hombre que cuida un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo."

(“Los justos” - Jorge Luis Borges)

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viernes, 28 de noviembre de 2008

¿Cómo medir la distancia?

¿Tan lejos ... tan cerca? ...
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Quizás, sólo quizás, ni lo uno, ni lo otro ... sino a mitad de camino.

Imagen de Thierry Ona.
A mi amore, J.R, que aún no sabe que lo es y lo será, pues ... le quiero querer. Aunque comienza a comprender que ... "algo" sucede. Así me lo transmite o así lo interpreto, creo que correctamente.

martes, 25 de noviembre de 2008

Día internacional de lucha contra la violencia de género

También este, como el día internacional de la infancia, siempre es "hoy" aquí, en Maravillalandia.



Animo y fuerza a todas las víctimas de la violencia de género, o doméstica. Aunque hoy se conmemore la primera, no hay que olvidar a ancianos, niños, padres, incluso a hombres que también la padecen pero permanecen ocultos.
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lunes, 24 de noviembre de 2008

¿Un mundo raro o unos raros habitantes?

Caminaba hace un par de semanas por una céntrica calle. Lo hacía ensimismada en mi mundo cuando me pareció ver por el rabillo del ojo algo verde, en el escalón de un portal a mi derecha. Seguí dando pasos pero algo ya había interferido en mi abstracción. Unos diez metros más adelante salí por completo de mis pensamientos, cayendo en la cuenta de que por la forma y tamaño aquello parecía la funda de una tarjeta bancaria. Me paré de inmediato, me giré y me dirigí al edificio.
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Mientras regresaba al lugar, rápidamente mi mente pensó varias posibilidades: a ver si en efecto es una tarjeta y se lleva el susto padre quien la haya perdido ... Mira que si la encuentra alguien que vaya usted a saber si podría hacer un uso indebido con tanta picaresca como existe hoy día ...

Tomé aquel plástico y confirmé mi sospecha. Era una funda que no estaba vacía sino que contenía una tarjeta. La giré y vi que la titular era una mujer. Llamé a una casa al azar en el portero automático y pedí a quien me atendió que por favor abriera, que pretendía dejar en el buzón de su propietaria algo que acababa de encontrar con su nombre y que se le debió caer al salir del portal.

¡Maaaaacccccccccccc! (intento de onomatopeya de que la puerta se abriría si empujase justo en ese momento).

Busqué a María tal tal en todos los buzones, que eran unos cuantos-bastantes, sin éxito. Como quiera que en el edificio hay varias oficinas de abogados y consultas médicas pensé que a cualquiera que puntualmente hubiera cruzado aquel umbral se le habría extraviado.

Con el objeto de localizar una oficina próxima de la entidad bancaria en cuestión que indicaba el logotipo de la tarjeta, me ubiqué mentalmente en el punto exacto de la ciudad en el que me hallaba y no tuve que andar demasiado para dar con una. Una vez allí entré, esperé la correspondiente cola y por fin me senté frente a una señora de mediana edad a la que comencé a hablar ... "Verá usted ... iba caminando cuando me he encontrado esta tarjeta y al comprobar que la titular en principio no vive en el edificio donde estaba, he pensado que traerla aquí es lo más adecuado para que la avisen, o hagan lo que resulte conveniente y bla, bla, bla ..."

La cara de la mujer era un poema. A medida que yo hablaba los ojos se le iban abriendo tanto que parecía que estaba presenciando poco menos que una aparición mariana (vaaaaaaale, un poquito exagerado, pero algo parecido). Por fin, tras un silencio, la señora reaccionó saliendo de su estupor y esbozando una inmensa sonrisa de oreja a oreja, sin obviar no un “gracias” sino un “muchííííísimas gracias”. Agregó "no se preocupe, comunicaremos inmediatamente con la titular y bla, bla, bla ..."

Al salir de allí la sorprendida era yo. Para mí fue algo absolutamente normal. Me movió la inercia de la situación sin cuestionarme siquiera que eso, dentro de lo que podía hacer, era lo más correcto. Y sin embargo resulta que, al parecer, regresaba a casa con “mi buena acción del día hecha”. "Muertica" (que decimos por estos lares) me quedé.

Tanto me sacudió el pasmo que el gesto causó en la empleada del banco que pregunté a varias personas estupendas, más o menos cercanas, con las que me relacioné en los siguientes días, cómo hubieran actuado de haber estado en mi piel. Excepto una, el resto ni siquiera se habría dado la vuelta para verificar si se trataba o no de una tarjeta. Y lo que más me asombra es la respuesta que añadían: “pocos hacen eso”. "Remuertica" me requedé.

Me cuesta creerlo. ¿Pocos hacen algo tan nimio? ... ¿Voy a ser de verdad un bicho raro? ¿Tan inmersos estamos en nuestra prisa, en nuestras obligaciones y quehaceres personales que nada más que lo que nos concierne de pleno es lo importante, lo que merece nuestro tiempo? ... ¿Qué nos pasó? ...

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sábado, 22 de noviembre de 2008

¿Falta de costumbre?

Me he levantado ¡chof!, tan ¡chof! que necesitaba darme un homenaje con urgencia. He decidido que sería de los que interviene el vil metal. Concretamente esos zapatos buenos, bonitos y baratos que había visto. Pero ha surgido la dicotomía:
- ¿Los necesitas? (verdaderamente): no.
- ¿Te los mereces?: sí, rotundamente.

Casi convencida de lo segundo resurge la dicotomía:
- La parte que clama por un consumo responsable me toca la moral: “Ya tienes pares de más, en cambio montones de personas en el planeta se fabrican zapatos con botellas de plástico aplastadas y trozos de cuerda”. “¡Jo, déjame en paz!, le replico. ¿Qué te he hecho yo para que me des semejante cantinela después de cómo me desperté?”.
- La parte que insta a que –dadas las circunstancias económicas del país y mundo mundial- precisamente sea responsable comprándolos, ya que hay que reactivar el consumo, según entendidos en materia.

Decidido ... ¡a por ellos! Y se me ocurre, a mí, que no piso apenas el mar en julio y agosto por huir de las marabuntas humanas, plantarme a mitad de mañana en un centro comercial nada más y nada menos que un sábado. Por cierto ... hay crisis, sí, pero las tiendas están llenitas, no diré hasta la bandera pero con notable afluencia de público.

En mi caso no hay problema. La operación denominada: "cómo comprar unos zapatos en un centro comercial repleto de gente sin morir en el intento" se solventará en un santiamén. O casi. Están localizados desde la primera vez que los vi, aunque en otro color, por lo que decido probarme ese tono mientras pido rápidamente el otro pie. Ya con los dos puestos camino un poco ... Me sientan como un ¿guante?, bueno, como un calcetín para ser exacta. Encima son supercómodos y pensándolo mejor sí que me vienen bien, aunque no los necesite ... perentoriamente. Venga, a pagar.

Me sitúo estratégicamente, junto a la caja, esperando que me suban otro par del color que realmente deseo. Tengo enfrente a la única dependienta que está en el mostrador. Y la observo, y la vuelvo a observar, y la sigo observando. Le hago un primer comentario mientras atiende a varias personas al mismo tiempo:
- ¡Vaya!, tenéis algo parecido a oberbooking hoy aquí, ¿eh?
- Sí, los sábados suelen ser ajetreados, me responde.
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Dejo que siga con lo suyo pero sin quitarle ojo de encima, admirándola. Lo tenía todo perfectamente controlado, cada cliente, su correspondiente calzado a medida que lo iban sacando del almacén, el cobro en efectivo, el vía tarjeta ... la suma de las actividades en definitiva, con un ritmo imparable pero no frenético y lo más sorprendente de todo: con un trato exquisito e incluso sinceramente afable para cada comprador.

Cuando por fin llega mi turno la entretengo más de lo conveniente, pues me resulta imposible reprimirme:
- Me vas a perdonar pero no me puedo marchar sin decírtelo ...

La muchacha pone cara de circunstancias.

-Te felicito por ser una excelente profesional en tu rama. Te he estado mirando detenidamente. Tienes todo bajo control, en un día de bullicio como hoy, eres diligente en cada aspecto y además encantadora en el trato con el cliente, que se aprecia natural y no forzado. Eres una gran dependienta sí señorita. Gente como tú es lo que hace falta en los comercios.

La chica, al principio, se ha quedado a cuadros, juraría que hasta asustada, no sabiendo muy bien si pretendía tirarle los tejos o si aquello se trataba de una cámara oculta. Por fin ha reaccionado y sencillamente ha comprendido que yo era, tan sólo, alguien que ha valorado en voz alta su buen hacer en el desempeño de su trabajo. Se lo merecía.

Me gusta hacerlo. Hay que celebrarle a la gente lo que tiene de bueno, lo que hace bien. Sé que no es muy habitual –no por falta de ganas la mayoría de veces, estoy segura de que la “vergüenza” es lo que frena a más de uno(a)- hacerlo con desconocidos, pero yo me corto poco en ese sentido.
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También suelo decir lo que no me gusta e incluso lo que disgusta a la gente cercana. Aquí, naturalmente, valorando si será más perjudicial la palabra, o si conviene el silencio, pues tampoco se trata de ir haciendo daño. Y en lo que atañe a servicios y similares si he de decir algo lo hago, pero creo que lo más rápido y efectivo es pedir la hoja de reclamaciones, que tengo ya una destreza pa’ rellenarlas ... En realidad las llevo de casa, bien redactaditas desde el ordenador, por aquello de facilitarme la tarea, y las adjuntan al impreso oficial que me devuelven debidamente sellado.

Resulta extraño. Al menor gesto de agresividad (real o imaginario) saltamos de inmediato como pulgas para ... defendernos. En cambio dudamos de las palabras amables hasta el punto de que nos dejan paralizados inicialmente. Pareciera que son las verdaderamente amenazantes. ¿Será que no estamos acostumbrados a ellas, o sencillamente que vivimos en ... un mundo raro?

No me resisto a otra versión ...

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viernes, 21 de noviembre de 2008

Idealismo

Hay gente de mi entorno que me ha llegado a catalogar como “idealista”. Probablemente no anden desencaminados con la etiqueta que me adjudican. Es más, en varios aspectos, si no muchos, dan de pleno en la diana. Sigo creyendo que ... “otro mundo es posible”, pese a ... pesares varios; al menos el pequeño mundo de nuestro alrededor. Que si lo sumásemos a otro, y a otro más, y a otro ... quién sabe cuál sería su tamaño y alcance. Pero cualquier cambio da trabajo, porque nada es gratuito. Ese, creo, es uno de los grandes problemas de la sociedad actual: fundamentalmente se rige por la ley del mínimo –o inexistente- esfuerzo, estando muy insertada y hasta puede que ya echando raíces, para anclarse con fuerza.

Sin embargo, por ejemplo, granito a granito ... existen kilómetros de playa. Por tanto, siempre que tenga alguno en mi mano, lo arrojaré con delicadeza para que aumente la longitud del litoral.

Algunas de esas personas de mi entorno han estado en casa hoy, tomando café. Yo infusión ... que soy una hierbas. Qué le voy a hacer, el aroma del café me encanta pero su sabor ... como que no. ¡Viva el té! ... y primos hermanos. Me trajeron un regalo, porque sí. Es decir ... porque es mi no-cumpleaños, que no en vano estamos en el país de las maravillas. La dádiva ha sido un libro. Su título: “Cuentos para regalar a personas soñadoras”. Su autor: Enrique Mariscal. Me ha hecho gracia no sólo por la “intención” (¿tanto se me verá el plumero?) sino porque una hermana me regaló, hace ya bastante tiempo, otro de lo que supongo debe ser una colección del autor. Aquel fue “Cuentos para regalar a las personas que más quiero”.

Ha sido un rato verdaderamente agradable. Gracias Cris, gracias Rocío, Gracias Andrés. Por vuestra presencia y por el regalo. Me habéis hecho sentir muy bien, incluso requetebien.

Por ese “cúmulo de granitos” que hay en las distintas playas, por quienes los depositan y por algunas cosas más, nunca dejaré de mirar a ese horizonte del que hablé hace unos días, el que está mar adentro. O el que se encuentre en el rayar último de un desierto. Sospecho que moriré descalza, pisando la arena ... buscándola ... allí, donde cielo y mar, o tierra y cielo se unen, hasta mi último aliento. O dicho de otro modo, que resulta paradójico a tenor de lo que he escrito unas líneas atrás: moriré con las botas puestas.

Y quién sabe ... quizás, a fuerza de mirar para verla, acabe encontrándola, dándome de bruces con ella, la utopía. ¿Qué haría entonces? Hummmmmmm, tal vez me viviría como Escarlata O’hara con un ... "ya lo pensaré mañana", añadiendo a continuación: ahora sólo me dedicaré a contemplarte embelesada pues larga fue la espera.

Dejo un pasaje del libro, hojeado ligeramente, así como la cita que da pie al capítulo que la incluye llamado: “Hay una luz que no se apaga nunca”

“Es a mí mismo a quien corrijo al retocar mis obras.”

(W.B. Yeats)

El rey Piteo, de Trezana, le dijo un día al joven Teseo: “Escucha, voy a revelarte un misterio. En la adolescencia, como en la senectud, la fuerza que conjura los poderes negativos no es el sacrificio de víctimas expiatorias ni la reacción de los dioses, ni el derramamiento de sangre; ni el consentimiento y la comprensión de todos los hechos de la vida. La apertura de la mente lo es todo. Inaugurar el corazón a las potencialidades del ahora es un benéfico proceso de purificación que aleja las cosas sin importancia. Si esperamos que el polvo no vuelva a cubrirnos, debemos lavarnos eternamente”.
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jueves, 20 de noviembre de 2008

Esos locos bajitos

Aquí, en esta patria de maravillas, no gustamos de días que tuvimos a bien –o no tanto- bautizar como "días San corte inglés”. Claro que tampoco consideramos que deban disgustar al resto. Cuestión de libertad de elección.

En cambio pensamos, con densidad, que algunos días deberían ocupar todos los que conforman el año. Hoy, día internacional de la infancia, esa que debiera ser siempre, y en todo lugar y época, sagrada en su máxima y mínima expresión ... es uno de ellos. Desde el más alto respeto, va por esos locos bajitos ...



Que la vida os bendiga, pequeños, a todos, en la medida de lo posible.

Pd. Olvidé incluir en el vídeo la BSO: “Love me tender”, en la dulce voz de Caetano Veloso.
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martes, 18 de noviembre de 2008

La belleza

No sólo crea belleza el que pinta, el que canta, el que baila, el que interpreta un personaje, el que diseña un edificio, el que escribe, el que fotografía, el que rueda una película, el que esculpe, el que toca un instrumento...
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Crea belleza, la más importante, el que cuida del otro...
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Del que más lo necesita...


Y vinimos al mundo a eso: a ver la belleza... a crearla... a cocrearla... a admirarla... a desearla... a compartirla... e incluso si es preciso... a reinventarla.

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domingo, 16 de noviembre de 2008

¡Hemos ganado!

O final de la sesión continua que continuaba ...
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¿Final ... o principio?

Y con títulos de crédito completos, como Dios manda. Mejor dicho ... como a mí me gusta.
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viernes, 14 de noviembre de 2008

Desconocidos

Este mediodía fui a un centro comercial; es decir, a un templo de consumo. Compré unas medias verdes que las quiero verdes (me encantan las de colorines) y luego me dirigí al supermercado que hay allí a por un artículo concreto que según un catálogo era bueno, bonito y barato (y práctico, sobre todo).

Antes de entrar, al ir a coger la bolsita de rigor para meter la que llevaba de otro establecimiento y sellarla, un hombre aproximadamente de mi quinta ha llegado a mi par. O para ser exacta él ha llegado a la mesa antes. Quedaba una sola bolsa, que no sólo me ha cedido sino que incluso ha hecho la maniobra completa con la puñetera máquina que raro es que funcione y me la ha entregado lista... para revista. Todo un caballero sí y confieso agradecer, sobremanera, esta clase de gestos desgraciadamente en vías de extinción. Pero hete aquí que he mirado abajo y ¡oh sorpresa!, quedaba otra bolsa más. ¡Qué bien, el universo es justo después de todo! De modo que cada cual tan contento ha entrado al super con sus bolsitas convenientemente precintadas, por aquello de evitar que nos diera por el hurto y/o robo según la política del comercio en cuestión.

El caballero fue por su lado, yo por el mío. Apenas tardé y justo cuando me marchaba me lo topo, se para y me suelta un: "Qué pelo tan bonito tienes". Mi mente, ducha en según qué materias a base de experiencia acumulada, s-o-b-r-e . t-o-d-o .e-n .l-o-s .s-u-p-e-r-m-e-r-c-a-d-o-s, rápidamente se divide en dos:

Una mitad exclamaba:  "¡Alerta, alerta... cuando un desconocido lo que primero que te dice son piropos... peligro, peligro!".

La otra argumentaba, con serenidad: "Bueno, ¿qué tiene de particular que una persona más de las muchas que ya te han dicho, siendo mujeres... mayores menores, niñas, hombres de diferentes edades, hasta profesionales de la peluquería, refiera que tienes una melena rizada que resulta agradable a la vista? Por otra parte... la cabeza de quien te lo ha dicho no tiene un pelo de tonto ni de listo, ya que es calva. Quizás se trate de pura nostalgia, o hasta envidia si me apuras. Eso sí, era una considerable atractiva calva, así como la completud de su portador".

Tras mi educado: “Gracias y mira, precisamente he venido en busca de un secador que cumple la regla de la triple B”, él añade: “¡Qué envidia me das!”. A lo que respondo: “Te comprendo... (entre otras cosas porque lo acabo de pensar... claro que esto no se lo he dicho)”. Debe ser una faena pero una vez superada la pérdida... tiene enormes ventajas, como por ejemplo ahorro en champús y peluquería. Aunque también desventajas como pasar más frío pero eso se arregla con un gorro. Bueno, pues adiós".

. El.-  ¡Espera!, ejem, hummmm... quizás no lo creas... ejem... no suelo hacer esto perooooo... ¿te puedo invitar a un café?
. Ella (o sea yo).- Me quedo mirando. Miro y remiro a ver si veo. Insisto en mirar escrutándole y concluyo que me inspira confianza e incluso agrada a priori. ¿Por qué no? (me digo y le digo). Pero esa invitación ha de llevarse a la práctica ahora. No obstante le he propuesto acompañarle previamente a hacer su compra pero ha renunciado y la ha pospuesto pues no era urgente, según sus palabras.

Dada la hora ha sugerido una cerveza que en esta ciudad lleva tapa anexa, que además es una de las cosas que da fama a la tierra. En cambio yo he pedido mosto pues no tenía el cuerpo para alcohol y lo mío, en cualquier caso, es un buen tinto puestos a... “ir de cañas”.

Ha sido un tiempo compartido muy grato, para ambos. Hemos tenido una larga y agradable conversación. Con toda naturalidad. Hablando incluso de temas que a veces no se tratan con los conocidos más cercanos. Era un poco extraño... como si fuésemos amigos pero que en realidad nunca lo han sido. Diría... que ha sido una charla densamente distendida a la par que leve, por la que los dos nos hemos sentido agradecidos habiéndolo referido incluso literalmente.

Es lo que tiene la vida, que inesperadamente te pasan pequeñas cosas agradables, que te enriquecen o simplemente te hacen sentir bien y con eso basta.

He regresado a casa contenta, con un número de teléfono en mi agenda que posiblemente nunca marque, pero que quien me lo ha dado precisamente lo ha hecho con la condición de... “sin ninguna clase de compromiso”.

Y me da por pensar que quizás suceda, un poco, extrañamente, como decía Richard Bach: “Tus amigos te conocerán mejor en el primer minuto del encuentro que tus relaciones ocasionales en mil años”. O no.

También he vuelto a mi hogar dulce hogar con la, ya sí, plena convicción de que la que suscribe... desprende alguna feromona específica en los supermercados. De lo contrario... ¡me lo expliquen!
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Desen-canto

Hoy ... ayer fue uno de esos días que ...
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no debiera haber sido ni madrugada, ni mañana, ni tarde, ni noche.
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Ni cantar, ni silbar, ni tararear me sirvió. ¡Mudita me quedé con el sonido ahogado en la garganta!

Rectifico. Hoy ... ayer fue unos de esos días que deben existir pues son los que en realidad me permiten saborear mayúsculamente -aunque paradójicamente a través de lo minúsculo- todas las madrugadas, mañanas, tardes y noches restantes.

Pd. Juraría que una de las luces prendidas que aparecen en la imagen es la de casa. ¡Claro ... estoy desvelada!

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martes, 11 de noviembre de 2008

Tacto

¿Alguien choca esos cinco? ...
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¿mis cinco?

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lunes, 10 de noviembre de 2008

Ventana sobre la memoria II

¿Un refugio?
¿Una barriga?
¿Un abrigo para esconderte cuando te ahoga la lluvia, o te parte el frío, o te voltea el viento?
¿Tenemos un espléndido pasado por delante?
Para los navegantes con ganas de viento, la memoria es un puerto de partida.
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domingo, 9 de noviembre de 2008

Sesión continua que continúa



O como recordarte, Dora, que sigo aquí ... y que sigues en mí.

Fdo, silenciosamente: Guido.

Definitivamente... "querer"... es poder.

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sábado, 8 de noviembre de 2008

Mar adentro

Pensaba dedicarme a algunas cosas "prácticas" esta mañana que finalmente no llevé a cabo. Por eso no hago generalmente planes. Soy de las que opina que hay que esperar y ver... “qué tal día amanece”. Y no me estoy refiriendo especificamente a la cuestión climatológica.

Sin embargo hoy el anticiclón externo sí ha sido lo relevante... lo que ha hecho que el cielo se presente extremadamente despejado. Al mismo tiempo, Eolo ha decidido tomárselo con calma en esta jornada por lo que se presentaba prometedora a simple vista. O mejor dicho... a simple brisa. La conjunción ha dado lugar a un día con tanta chispa primaveral que no me quedado otra que ponerme la piel de sirena e ir a mi mar. Aunque para ser exactos al de la ciudad, ya que mi cachito de agua salada, con su correspondiente arena, se encuentra a unos kilómetros de la urbe.

Al llegar me he descalzado y he comenzado a caminar por la orilla. He recorrido un largo trecho cuando, juraría que al margen de mi voluntad, de repente me he detenido frente a Don mar. He permanecido, con la mente en blanco, quieta... quizás tan sólo balanceándome suave, sutilmente... de derecha a izquierda a ritmo lento, siguiendo la armonía del susurro marino. Ahí, parada, casi hipnotizada, mirando al horizonte... ¿diez, quince minutos? Y sólo existía eso. Con los zapatos en una mano. Con la mochila aún en los hombros, con mis piernas robando a la orilla su trabajo... rompiendo las olas.
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Rozando la plena quietud, oteando el horizonte con la mente apaciguada... sí rompiendo las olas con mi cuerpo. Y nada más... y TODO eso.
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Una piedra que un paseante ha lanzado al agua delante de mí ha sido lo que me ha sacado de mi abstracción. Entonces he montado el campamento que básicamente ha consistido en estirar una toalla y a mí sobre ella. Primero tumbada sobre un lado, después girando hacia el otro. Y como juego a inventarme vidas he hecho lo propio. A la derecha un hombre y una mujer próximos a los cincuenta, con los que me crucé en mi recorrido por la orilla, hacían algo que al principio identifiqué como tai chi y que me trajo magníficos recuerdos del año en que lo practiqué. Me quedé como quien dice a las puertas de todas las ventajas que ofrece pues la danza oriental se cruzó en mi camino y me atrapó, obligándome a elegir en aquel momento. No obstante es una disciplina que quiero recuperar a la menor oportunidad.

No tardé en observar que no era tai chi por lo que deduje debía tratarse de chi kun o algo con, desde luego, cierto toque oriental pues los movimientos delataban su origen. Ella era la maestra, él el alumno. Por algún comentario que acerté a escuchar saltaba al oído que el uno para la otra era novedad y viceversa; al menos relativa. Jugué a que se gustan y recién comienzan a conocerse, a que se encuentran en el albor de su ir acercándose. Y que se agradan cada vez más en ese buscarse para encontrarse. Al menos la energía que les envolvía así me lo transmitía... aparentemente. Forman una linda y madura pareja. Ojalá que les vaya bonito... si es que en esas andan sus deseos e intenciones y mi “desbordante imaginación” no estaba elaborando un guión de cine.

También les he emulado a la hora de mover el cuerpo con una serie ejercicios que realizo cada día (noche en realidad), aunque no en un medio como la arena, y he estirado casi la totalidad de mis músculos hasta donde dan, que es mucho.

Y sobre todo, sobre todo, he dado gracias a la vida por la inmensidad de los pequeños regalos recibidos en el día de hoy.

Ahora, desde este momento nocturno en que la lucidez se sosiega, sé por qué miraba al horizonte sin recorrer su extensa línea. Mis ojos se fijaban siempre en el mismo lugar. La buscaba... ¿sería que quizás creí vislumbrarla justo en ese punto?

“Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve entonces la utopía? Para eso sirve: para caminar. “

(Eduardo Galeano)

Pd. Jose sin tilde, tenías razón. La temperatura del agua ha bajado notablemente, sin embargo para alguien con escamas en la piel y cola cuando se quita las piernas... estaba encantadora, deliciosamente fría.

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jueves, 6 de noviembre de 2008

Truco de optimismo

Creo que fue Fernando Savater quien apuntó que ... "un optimista es un pesimista con visión de futuro". Dicho esto, aporto una de mis “terapias” para conseguir vivirme en ese estado ... a pesar de los pesares varios que conlleva el estar vivita y coleando.

Dedicado especialmente a "Elemento", ahí queda eso ...



Debo añadir que lo que más hago es tararaear y silbar, aunque también canto. Y a veces, incluso encanto ... una pizca.
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martes, 4 de noviembre de 2008

Besos de plata

En mi país de maravillas las hay por doquier pues ... ¡son mágicas! Aquí, en la ciudad en que vivo, en cambio es difícil ver estatuas humanas. Y cuando las hay su presencia representa para mí todo un acontecimiento porque parte de mi verdadera patria, esta en la que me dejo ir escribiendo, sale a las calles que real ... que físicamente pisan mis pies.

Mitad humanos, mitad piedra ... son seres que me fascinan. Y les admiro; por su paciencia, por su resistencia, por su estoicismo, por su capacidad de reto al parpadeo ...
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Esta fría tarde volviendo a casa me topé con una. ¡Oh, gratísima sorpresa! La bauticé como el “cowboy galáctico”. Faltaba sólo el caballo para que lo imitase a la perfección.

Me he parado frente a él, he echado la moneda, me ha cogido la mano y me ha besado en la mejilla, loquito de alegría a juzgar por el sonido que emitía una especie de bocinilla que emulaba a su voz para, a continuación, recuperar su intermitente carácter pétreo. Claro que posiblemente yo le aventajara en regocijo, sólo que silbando en mis adentrados adentros. Rejuvenecí ... mmmmmm, unos treinta años como poco.

Hoy creo que pertenezco algo más al universo. ¡Y es que compré un beso de plata! O eso me dijo mi mejilla al mirarme en el espejo una vez en casa. Aún me brilla. Creo que me dejaré el fulgor esta noche. Con un poco de suerte actuará como un faro planetario atrayendo a alguna estrella a mi sueño.
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Pero rectifico, no compré ningún beso ... hicimos un trueque, la estatua viviente y yo.
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¡Ah!, no sólo me atraen poderosamente las estatuas humanas. Me gustan toditas todas. De hecho a menudo me hipnotizan ...



Y por cierto, me viene a la memoria otra clase de beso pero ... (continuará).
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domingo, 2 de noviembre de 2008

Sesión continua

O clases gratuitas de alemán ...

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¿Acaso... QUERER no es poder? Guido estaba convencido de que sí. Sobre todo por amor.
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Por si aún quedan dudas... un poema de José Molina.

"Fundir la esperanza"

Arrancarnos de la pereza
y forjar un tiempo dulce de paz,
para vivir con armonía del espíritu
donde florece el verbo justo.
Todo reside
en el arco sutil de la voluntad.
Querer es poder. Su fuerza...
está en las manos y en el corazón,
y en la rosa apasionada de la libertad
(tan esperada)
con la que marcar una página en el viento."
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viernes, 31 de octubre de 2008

Cupido

Soy experta en que me salgan pretendientes en los supermercados. Bueno, experta, experta... tampoco, pero parece ser que en esa clase de comercios desprendo alguna feromona específica y ya van unos cuantos aspirantes. En cambio en la calle no recuerdo -al menos ahora- que nadie me “asaltara”, literalmente; con "intenciones amatorias", se entiende. Tampoco me han “asaltado” para robarme, afortunadamente, aunque sí por ejemplo para decirme: “Me gusta como vistes”. Pero voy a lo que me ocupa que me enredo...

Sin embargo hoy... volvía a casa, cargada con bolsas en ambas manos, y casi llegando, de repente, de una esquina sale él. Al verle, todo morenazo, con su pelo rizado, semilargo... estilo casual que llaman ahora y que combinaría conmigo perfectamente... asomándole por cada poro ese alma pura que le adivino y parece desbordarle, con una voz que... ¡hummmmm! seduciría a cualquiera, he sabido que era él. Mi EL. E irremediablemente Cupido ha lanzado una flecha cuya diana ha sido el centro exacto de mi corazón.
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EL, nada más verme, se ha acercado y se me ha abrazado a los muslos mientras gritaba todo extasiado: "¡Chiquitita, chiquitaaaaaaa, chiquititaaaaaaaa!".

Lo curioso del cariñoso apelativo con que se me ha dirigido en nuestro primer encuentro es que mi futuro marido debe medir unos... ¿80 centímetros?, y no me llega ni a las caderas. Claro que 3 o 4 añitos no dan para mucho más, como norma general; luego están las excepciones tipo Pau Gasol, por poner un ejemplo. Mis suegros han tenido que separarle porque se ha quedado prendaíto de mí. ¿Sería porque llevaba minifalda? ¡Uy!, igual me sale mujeriego y no me interesa finalmente.

Por otra parte el amor, como es de todos sabido, no tiene edad. De modo que no importa que ahora nos separen y tantos años. Le esperaré, sí, lo haré. Definitivamente es el hombre de mi vida y nada tiene que envidiarle al doble del imaginativo Guido que deseaba apareciera con su... ¡buenos días princesa!
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Aunque ahora que recuerdo... tiene un serio competidor. También otro morenazo que va a la guardería que hay justo debajo de casa y ya me ha lanzado con sus manitas en varias ocasiones besotes de esos que te atrapan casi por los siglos de los siglos, amén, aunque no te una ningún lazo de sangre a la criatura.¡Ñan-ñan!... lo cierto es que me comería a los dos crudos, cocidos, al dente, a la brasa, fritos, en papillote... y demás formas culinarias posibles.
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Para colmo de alegrías al llegar a casa me he enterado de que Jesús Neira ha salido de la U.C.I. (¡bien! ... elevado a la décima potencia como poco) y las primeras palabras que ha dirigido a su esposa han sido: “Te quiero... estás muy guapa... no llores”.

Definitivamente, y al margen de que con frecuencia nuestros ojos estén ciegos y no lo capten, el amor está en el aire...


Y por supuesto aquí    :-)
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Musiquita: "Love is in the air", John Paul Young

jueves, 30 de octubre de 2008

Recompensa

Me contó Galeano que en lengua guaraní "ñe'~e" significa "palabra" y también "alma". Y que creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, son traidores del alma.
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Luego si doy mi palabra, me doy.
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Entonces ahí va, pues, tu recompensa Jorge por ofrecerme la pista sobre D. Otoño...
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Lentamente la piscina se aproximó al trampolín (cuatro vasos de cloro le habían evitado el vértigo e infundido valor), se impulsó varias veces sobre su madera flexible, subió al aire y se hundió en el cuerpo del nadador desnudo, que apenas se dio cuenta de aquella presencia cuadrada, líquida y transparente sumergiéndose en sus poros y braceando por su piel hasta llegar al borde del universo.
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miércoles, 29 de octubre de 2008

Curiosidad

- ¿Por qué buscas la belleza?
- ¿Buscarla yo?... ¡Qué va!

¡Es ella quien me encuentra! Y, cuando aparece, desde mi exterior... me limito a asomarme a su interior.
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martes, 28 de octubre de 2008

Nostalgia

Otoño... ¿adónde te marchaste?

¡Ya sé! No te fuiste por propia voluntad... ¡te secuestraron!

Cambio climático, si eres el captor... ¡devuélveme de inmediato a mi estación preferidaaaaaaaaaaaaaa!
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Hace al menos un par de años que no veo tus colores, que no huelo tus aromas, que mi piel no percibe el frescor que tu brisa le regalaba... que no te siento en definitiva. Snif, snif... ¡no sabes cuánto, cuantísimo te añoro!

Se ofrece recompensa a quien pueda aportar alguna pista sobre él.

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lunes, 27 de octubre de 2008

Trivialidad

Detesto que crezcan tan rápido.

Detesto que lo hagan tan velozmente que deba limarlas cada semana.

Detesto pensar que dejarlas más largas sería una solución para no verme forzada a limarlas con tanta frecuencia.

Detesto la posibilidad de permitir que aumenten su longitud porque igual me daría por pintármelas, con lo cual sería peor el remedio que la enfermedad.

Detesto imaginar que me acabara gustando pintármelas, ya que sería la primera vez que sucediera. ¡Uf pobrecillas!, no podrían respirar.

Detesto que me agradase hacerlo, porque igual de ahí paso a los labios, en los que, de momento, sólo soporto el cacao.

Detesto que, al menos según lo que supone es leyenda, sigan creciendo -¡las muy puñeteras! incluso una vez muertos. Pero total, entonces qué más dará si no me enteraré.

Detesto siquiera referirlo ya que, según mi deseo, una vez llegado el momento de la partida al otro barrio –que espero tarde mucho, muchísimo- me convertirán en cenizas que arrojarán a mi "cala de Dios", o a un arrecife maravilloso de esta zona. No sé, aún está por determinar el lugar exacto pero desde luego mi tumba será agua de mar. Caprichos sireniles.

Detesto, volviendo a la vida que afortunadamente me sigue ocupando, recordar que como a fecha corriente he pasado por alto el refrán aquel que reza: “Nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, me tocará limarlas como mucho en un par de días ... ¡buffff qué pesadez más pesada!
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Detestaría que alguien me recomendase un cortauñas ... se me astillan, con lo cual el trabajo se doblaría.

Detesto escribir sobre algo que, de puro aburrido, resultará posiblemente detestable.

Por eso mejor me voy a la cama, lo cual no es en absoluto detestable sino incluso deseable.

Felices sueños ... dormidos y despiertos.
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Regresando mar adentro

Donde, desde tierra ...

no se pueden escuchar los cantos.
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domingo, 26 de octubre de 2008

Filmoteca "La luciérnaga"

Por fin, tras tiempo de perseguir el proyecto en mente, llegó el momento de ponerlo en marcha inaugurando una pequeña sala de cine en nuestro cabaret...



¡Buenos días a todas las princesas y a todos príncipes del planeta!
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A todos los que aún no encontraron su trono, a los que lo conservan, a los que lo perdieron, a los que lo recuperarán, a los que no podrán recobrarlo pero darán con otro nuevo -y mejor- en el que sentarse a descansar y desde el que reinar sus existencias.
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A los que extraviaron su corona y cetro pero descubrirán que se corre, y se salta, y se pasea y se baila mejor sin un pesado metal sobre la cabeza, manos... y corazón.
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A los que ríen y a los que lloran, a los que lloran riendo y a los que ríen llorando.
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A los que sufrieron fuertes embates, a los que recibieron arañazos, a los que subidos a hombros se les dio una vuelta al ruedo, a los que fueron por encima de todo besados y abrazados.
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A los que pidieron perdón, a los que perdonaron, a los que se perdonaron.
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A los que, a pesar de su escandalosa y por ello perfecta-imperfecta humanidad, saben que como decía la madre Teresa de Calcuta: "no tenemos el deber sino el derecho a la felicidad" (que, supongo reiteraré a estas alturas, prefiero llamar "alegría"). Incluso a los que no lo saben... ¡buenos días!
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Princesas y príncipes... nacimos para la felicidad (alegría), lo demás son pretextos y sí, también algún que otro mayor o menor contratiempo que intentaremos ir resolviendo a medida que hagamos camino.

Buenos días, siempre, a esa vida que es bella y que... continuará siéndolo, en posteriores proyecciones.
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sábado, 25 de octubre de 2008

No los encontré ...

aún. Pero mientras doy con los tréboles de cuatro hojas, portadores de buena suerte, dejo especialmente para mis queridas Susana y Esther, el recuerdo de que la vida, pese a todo, siempre es bella.



Y no sólo para ellas, también para todo aquel que se quiera subir al carro ... ¡yo la prime!
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Al rico ...

o...
o ...
o...
Es que no me lo puedo "de" creer. A 25 de octubre, con 30 grados de temperatura, sandalias en mis pies, camiseta de tirantes ... y las estanterías de los supermercados llenas ya de surtidos navideños varios. ¡Aaaggg!, se me atraganta hasta la saliva nada más que de pensarlo.

Y por supuesto las estrellitas y adornos similares también cuelgan de puntos estratégicos. Sospecho que inaugurarán su iluminación el día de Halloween, esa moda "tan encantadora" made in U.S.A. Vamos, lo que siempre se ha llamado en España -donde estamos por cierto- el día de todos los santos. Puestos a elegir tendríamos que haber importado la tradición mejicana. Ellos sí que saben ... que se van de parranda a los cementerios y se ponen como el quico; difuntos incluidos.

A este paso, con tanto adelanto en el calendario, se cumplirá lo que suelo decir: acabaremos comiendo los primeros polvorones del año al mismo tiempo que nos rociamos protector solar en pleno agosto. ¿O será julio?

Algún día me explayaré con el tema "campañas" fruto de la mercadotecnia actual. Para mí que ya no queda mes al que no se le haya endosado alguna. Mientras tanto, apuro mi horchata fresquita ... ¡que esta si que . a-p-e-t-e-c-e!

¡Ay!, qué poquito me gustan ciertas cosas, pero tiene que haber una de cal y otra de arena. De nuevo ... c'est la vie.

viernes, 24 de octubre de 2008

Quise ser libre

Al menos en la medida que nuestra propia humanidad y la vida permiten. Desde antaño soy deportista y aunque no fumaba... “como una camionera”, mis ocho-diez cigarrillos diarios no me los quitaba nadie; particularmente si... “salía de marcha” (una expresión sobre la que algún día me extenderé pues me hace una gracia que pa’ qué).

Pero a medida que iban pasando los años fui aumentando el deporte al punto de practicarlo a diario y, del mismo modo, disminuyendo el consumo de tabaco de forma gradual. Verdaderamente el cuerpo nos habla sólo que... o no le prestamos atención, o no entendemos lo que nos quiere decir. El mío era muy claro: "¡Chiquilla, ya está bien!... ¿No te parece suficiente tiempo metiendome-nos insalubre humo y vaya usté’ a saber cuántos tóxicos más?".

Yo nunca me anduve con tonterías o “tiradas de balones fuera”. Una vez tuve bronquitis y el médico me preguntó: "¿Por qué fumas?". Le respondí: "Porque soy estúpida (literalmente)". Pues fumar, al margen de que pueda resultar más o menos ¿placentero?, e independientemente de que una lo haga porque... “fumaaandoooo esperaaaa al hombre que deseaaaaaa (he tenido que cambiar la letra de la coplilla para que pegase)”, lo cierto es que castigar al propio cuerpo es poco inteligente. De hecho es "cero" inteligente. Distinto es que uno tenga el derecho a hacerlo (esto y tantas otras cosas), que indiscutiblemente sí. Sí... siempre y cuando no se jorobe a otros, naturalmente. Y, dicho sea de paso, “la estupidez” pasará factura, que lo hace siempre, más tarde o más temprano, en uno u otro nivel.

Por otra parte debo añadir que era una fumadora muy respetuosa para con el resto. Sólo lo hacía en lugares indicados e incluso en mi hogar, por aquello de ventilarlo a menudo, de ser asidua al incienso y aliada acérrima a los aromas que sugieran limpieza, no soportaba ceniceros si no estaban inmaculados, ni cortinas de color original blanco que parecieran marrones por impregnación de humo. De manera que sólo se notaba que allí vivía una fumadora en el momento en que se fumaba.

Soltada la persianil introducción... un día le dije a mi cuerpo: "Efectivamente tienes toda la razón; ya va siendo hora de que te preste atención en ese particular. Eso sí, me vas a permitir tres al día. El de después de desayunar, el de después de comer y el de después de cenar". Otro de los “trucos” que tiene nuestra mente a la hora de crear y mantener adicciones. Paralelamente da soporte con hábitos, situaciones que las acompañen de manera ineludible, de tal modo que consideremos ¡imposible! lo uno sin lo otro. Cosa que también sabía largo y tendido pero me daba igual, en resumidas cuentas. Quería fumar y punto, asumiendo las consecuencias que se derivaran de ello. Por tanto tampoco se me iba a ocurrir “culpar”, ni mucho menos demandar legalmente, a la tabacalera si enfermaba por hacerlo.

Y ahí estaba yo, aproximadamente mis últimos tres años de fumadora, con los también tres cigarrillos mencionados con anterioridad. Pero una noche, de repente, sin que lo hubiera previsto, comencé a conversar –en voz alta- con el cigarrillo antes de encenderlo. Le hice unas preguntas desafiantes: "¿Tú vas a tener más poder que yo? (con chulería y todo se lo solté). Tú, tan pequeño e insignificante... ¿vas a decidir más por mí que yo misma y alguna que otra neurona que tengo? Tú, ser inerte... ¿vas a esclavizar a mi libertad?". El, pobre, ante mi determinación no se atrevía a soltar... ni mu. "¡Se acabó!", apostillé... "Bye bye, arrivederci, auf wiedhersen, au revoir, adeus, sayonara... no te quiero ya porque lo que pretendo es ser lo más libre posible en esta existencia, en todos los órdenes. Y tú... tú eres un impedimento para ello. ¡Adiós!".

Tan firme fue mi decisión que, tras la semana –de veras que fueron únicamente siete días- en que mis propios pulmones me pedían y hasta exigían todo revoltosos: "¡Dame mi dosis de humo, dame mi dosis de humo!", repitiendo sin cesar (de puro pesados me los imaginaba incluso como los malos de los dibujos de “Erase una vez la vida”), no hubo problema ni dificultad mayor. Es más, en alguna ocasión de reunión amistosa o familiar quise probarme haciendo un par de intentos y es que no me hacía ni chispa de gracia, hasta me molestaba sobremanera de modo que desistí de mi experimento. Y así hasta hoy, que han transcurrido calculo unos seis o siete años... ¿u ocho? No llevo la cuenta, la verdad.

Sin embargo cada quien es cada quien y cada cual es cada cual que cantaría Serrat. En mi caso fue sencillo. Se trató, básicamente, de responderme con absoluta honestidad (que generalmente va de la mano de la madurez) a una pregunta: "¿Quieres o no quieres, TU, esto para tu vida?". Y yo... opté por no quererlo. Opté por romper los barrotes de esa cárcel. Elegí... la libertad.


Dejo una linda tonada que es más de desamor (aunque al fin y al cabo, dejar de fumar... ¿no supone también el abandono de una "relación"?), pero que demuestra que no soy la única pianta que conversa con cigarrillos...


Debo hacer doblete pues no me puedo resistir a la versión de Tito Fernández, menos ranchera ella pero tiene un toque poético absolutamente encantador. Así que a fumarlo toca, aunque sea el último...

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jueves, 23 de octubre de 2008

Erase un elefante en una habitación

Hoy fui a ver a J.R. Ha cambiado la distribución del mobiliario y se han colocado junto al ventanal las sillas para los visitantes. La nueva disposición resulta más acogedora e incluso práctica ya que antes entorpecían el paso por estar muy próximas a la puerta. Justo cuando me sentaba ha entrado una señora que necesitaba aclarar algo con él.

- ¿Me marcho?, pregunté, por si era preciso que tratasen el tema sin la presencia de extraños ajenos al asunto.
- No es necesario, respondió ella.

En cualquier caso dio igual que yo estuviera allí pues me giré hacia la ventana y fui ... “abducida”. O sea que no oía –mucho menos escuchaba- lo que hablaban porque el folio que había pegado en el cristal, con el dibujo de un encantador elefante y un texto acompañante, me absorbió por completo desde que me percaté de su existencia. Aproveché, por tanto, mientras J.R. y la señora concluían para leer el contenido de aquel papel y me encontré con lo siguiente ...

EL ELEFANTE EN LA HABITACION

“Hay un elefante en la habitación. Es enorme, por lo que es muy difícil rodearlo. Igual hacemos con cada “¿Todo va bien?”, “Sí, todo bien”, y las otras miles de formas de conversaciones triviales: del tiempo, de la escuela ...
Hablamos de cualquier otra cosa, excepto del elefante.

Hay un elefante en la habitación. Todos sabemos que está allí. Y todos pensamos en él cuando hablamos de cualquiera de esas otras cosas. Está permanentemente en nuestra cabeza. Y, sabemos, es demasiado grande. Pero no hablamos del elefante que hay en nuestra habitación.

Por favor, hablemos del elefante que hay en mi habitación. Si hablamos del hecho de que puedo llegar a morir, quizás podríamos también hablar de cómo estoy viviendo.

¿Podríamos hablar del elefante sin que mires para otro lado?
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Si no podemos hacerlo, me estás dejando solo. En una habitación. Con un elefante.”

Al acabar sonreí, sentí cierta paz, enseñanza, y dije a J.R: linda historia, además de sabia e ilustrativa. Me gusta, me gustan las historias así.

Aunque la forma variaba y la versión de la ventana de J.R. era más extensa e incluso había sido revisada por alguien ducho en letras, por lo que digamos resultaba literariamente más “estética”. Pero la esencia es la misma, exactamente la misma. Y ahora que conozco su razón de ser, me quedo con esta sin lugar a dudas.

Movida por mi habitual curiosidad – que no cotilleo, ¡eeehh!- he buscado en la red y al parecer la autoría se atribuye a un adolescente enfermo de cáncer que con este cuento "rebautizó" a su enfermedad. Pero es aplicable a tantos y tantos tipos de elefantes que pueden llegar a aplastarnos ...

Todo un valiente el muchacho, un pequeño-gran sabio que me ha esponjado el corazón, así que brindo por él ... ¡chin chin!; con una infusión, pero un brindis al fin y al cabo.
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¡Y ojalá tu elefante no haya podido contigo!
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Hoy pensaba dar continuidad a mi última entrada peeeeeeero, apareció un elefante en mi horizonte que lo ocupó todito todo ... ¡y es que son tan, pero tan grandeeessss! Por eso no suelo hacer planes, porque luego viene la señora cotidianeidad y me los desmonta. C’est la vie!

martes, 21 de octubre de 2008

Efímera serpiente

Hace años, cuando fumaba, escribí una especie de oda a la breve –pero intensa- vida de un cigarrillo. Aún a riesgo de que resulte vanidoso creo que resultó un magnífico texto que lamentablemente fue devorado por un virus. Pero... bueno es no aferrarse a nada... ni a nadie.

Posiblemente la calidad de aquellas líneas no dependió tanto de mí como de alguna extraña energía ajena a mi voluntad que me invadió, ya que recuerdo el momento como una especie de abducción absolutamente mágica.

En realidad no lo fumé, lo encendí y lo dejé apoyado en el cenicero pues manejaba unos papeles frente al ordenador. Al ir a cogerlo descubrí que estaba ocurriendo algo fuera de lo común. O en aquel momento y bajo la influencia de “la musa” a mí me lo pareció: sucedía lo extraordinario. En su metamorfosis de tabaco a ceniza se producía una maravillosa danza entre el humo presente y el aire invisible.

Frente a la escena permanecí, absorta, deleitándome con los movimientos de lo que por momentos parecía convertirse en una serpenteante mujer gaseosa... unas veces blanquecina, otras grisácea... alguna más casi transparente. Y en ese baile hipnótico que atrapaba toda mi atención, en esos escasos cinco minutos... el cigarrillo entregaba su chispa de existencia para que el humo tuviese la suya propia. Un acto de suprema generosidad... ¿un acto de amor? Bla, bla, bla... pero fue así, sólo que más extenso e incluso intenso, palabrita de la niña Leve.

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Altura

"La imaginación es la cometa que puedes lanzar más alta"
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(Lauren Bacall)
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Y, una vez arriba, todo(a) tú ...

volar a su lado, quizás bailando un vals.
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lunes, 20 de octubre de 2008

Sólo para licántropos ...

que aúllan ante la belleza, un último baile que, paradójicamente, fue el primero ...



Porque como dicen, comentan, rumorean ... una imagen vale más que mil palabras.
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B.S.O: Johnny Harmant - "I see your face before me".
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domingo, 19 de octubre de 2008

Dedicatoria

A Jose, sin tilde, que se encuentra librando una dura batalla como guerrero de luz que es -aunque a veces dude de sí- quiero contar esta historia ...

Un día, el caballo de un aldeano cayó en un profundo pozo. El pobre animal estuvo relinchando con amargura durante horas, mientras su dueño buscaba inútilmente una solución. Pasaron un par de días y, finalmente, al no encontrar remedio para aquella desgracia, el hombre, desesperado, pensó que como el pozo estaba casi seco y el animal era ya viejo, realmente no valía la pena sacarlo, sino que era mejor enterrarlo allí por lo que pidió a unos vecinos que se acercaran para ayudarle. Una vez allí cada uno agarró una pala y empezaron a echar tierra al pozo, en medio de una gran desolación. El caballo advirtió enseguida lo que estaba pasando y relinchó entonces con mayor angustia.

Al cabo de un rato dejaron de escucharse sus lastimeros quejidos. Los labriegos pensaron que el pobre animal debía estar ya asfixiado y cubierto de tierra. Entonces el dueño se asomó al pozo, con una mirada triste y temerosa, y vio algo que le dejó asombrado. Con cada palada el caballo hacía algo muy inteligente: se sacudía la tierra y pisaba sobre ella. De ese modo había logrado subir ya varios metros y estaba bastante arriba. Lo hacía todo en completo silencio y absorto en su tarea. Al ver semejante escena, los labriegos se llenaron de ánimo y siguieron echando tierra, con brío, hasta que el caballo llegó a la superficie, dio un salto y salió trotando pacíficamente, ¡libre!, aliviado ... y aliviando al resto.

La vida, ya sabes Jose, nos va a tirar todo tipo de tierra encima. El truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba, y otro, y otro más ... cuantos sean necesarios. Y como el caballo, podemos salir de los más profundos huecos si no olvidamos que cada palada de tierra es un escalón que nos eleva hacia la superficie, si no nos damos por vencidos, si tenemos fe en nosotros mismos, si somos guerreros de luz que montan a lomos de caballos de igual naturaleza, cabalgando juntos hacia la victoria.


Y también para ti, para mí, para todos, esta tonada ...


sábado, 18 de octubre de 2008

Tierra y agua

C.M., a quien me unió una gran amistad tiempo atrás, me llamaba “Arcilla”. Y por aquello de que el cariño tiende al diminutivo, a menudo “Arci”. Desconozco cuánta de esa materia habrá en mí, que supongo de algún modo me forma y conforma en menor o mayor cantidad.

Aunque sí me siento, aquí, en este país... alfarera de palabras. No sé si poco, no sé si mucho. Tampoco sé si bien, si mal. Quizás en un término medio, tal vez regular. O ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá o más acá. Pero, al fin y al cabo, alfarera que maneja el torno, que trabaja relieves logrando diferentes texturas, que seca, hornea y esmalta alguna que otra pieza.

C.M. decía también en ocasiones: "¡Estas palabras te las robo!". En efecto las tomaba prestadas. Y me contaba que, cuando las dirigía a alguien, se inventaba que las había amasado con sus propias manos. Y yo sonreía.

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viernes, 17 de octubre de 2008

Se busca

Ya puso todo su esfuerzo (y más). Ahora sólo necesita un poco de la otra parte que también es precisa en la vida. Lo busco para un ser querido ...

¿Alguien sabe dónde puedo encontrarlo?

Pd. Ya puesta ... ¿otro para mí? Sí, en plural. Se buscan dos, a ser posible. Mejor tres, uno más para un nuevo nombre que surge.

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miércoles, 15 de octubre de 2008

Miradas para valientes

El pájaro del sueño pensó hacer su nido en mi pupila;
cuando vio las pestañas se espantó.
Tenía miedo a las prisiones.

(Zéjel anónimo)
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martes, 14 de octubre de 2008

Haikus que aletean

Originalmente Kitö escribió:

"El ruiseñor
unos días no viene,
otros dos veces".

Levemente parafrasea:

"La mariposa
un día vino dos veces,
¿otros ... ninguna?"
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Y se responde: ¿qué sabe nadie?
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Y se vuelve a responder: ¿su aleteo ironizaría con la frase de Chillida? ... ¡ay, ay, ay!
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Somnífero

En madrugadas en las que Morfeo se olvida de mí, tomo como somnífero un poema de la Fuertes.
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VOY VIAJANDO SIEMPRE

Voy viajando siempre
con mi saquito de harina al hombro;
así llegué a cargada de espaldas.
Aún sigo echándome la ternura al hombro
por si vuelvo a encontrar hombre o hembra
que la necesite.
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(Gloria Fuertes)

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lunes, 13 de octubre de 2008

Inevitable

Nunca es fácil decir ...
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Y hoy me tocó hacerlo.
Perdonen ... si no sonrío demasiado.
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domingo, 12 de octubre de 2008

Sin límites

Amo los límites que nos hacen florecer ...
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al traspasarlos.
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viernes, 10 de octubre de 2008

¿Estoy pianta?

Me temo que un poquito sí (o un mucho) ¡Aleluya!
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jueves, 9 de octubre de 2008

Llueve

La lluvia... otra de mis amantes. Es una nómada que sólo aparece de tarde en tarde. Dije lluvia, no trombas de agua. Y cuando llega por lo general salimos a pasear juntas. No cogemos paraguas porque sería como parapetar nuestro encuentro, evitar nuestro roce, nuestro contacto. Y a veces nos empapamos, sí, pero sobre todo nos refrescamos. Suelo pedirle que sea delicada, que emule al Txirimiri norteño para que me haga cosquillas en la cara y manos al alcanzarme. O que se porte como un ángel que, juguetón desde las nubes, emplea sprays pulverizando suavemente el envoltorio y lo envuelto de los humanos.

En ese caminar juntas la gente nos mira. Y me invento lo que pensarán:... “pobre chica, se le olvidó el paraguas y está empapándose”... “¿Está loca? ... ¡llueve, se moja y no aligera el paso!”... ¿Y qué?... respondería yo, en todo caso.

Pero con la misma premura que llega suele desaparecer, sin previo aviso. Sin embargo, a modo de regalo, siempre me deja ese aroma que confirma que su presencia fue real y no una invención de mi mente por pura nostalgia... ¡Mmmmmmmmmm!

Hoy, en cambio, salió sola a la calle y yo la estuve, la estoy contemplando desde la ventana... transparente, limpiándolo todo.

Aquí, en esta tierra, a menudo violentada por el exceso de sol, cuando llueve con serenidad es una bendición.

Aquí, en mí, cuando llueve sencillamente... es fiesta.
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miércoles, 8 de octubre de 2008

Si ...

Si puedes conservar tu cabeza cuando a tu alrededor todos la pierden y se cubren de reproches.
Si puedes tener en ti una fe que los demás hombres te niegan y ser indulgente con su duda.
Si puedes esperar y no sentirte cansado con la espera.
Si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira y si eres odiado no devolver el odio sin que te creas por eso ni demasiado bueno, ni demasiado cuerdo.
Si puedes soñar sin que los sueños imperiosamente te dominen.
Si puedes pensar sin que los pensamientos sean tu objetivo único.
Si puedes encararte con el tiempo y el desastre, y tratar de la misma manera a esos impostores.
Si puedes aguantar que a la verdad que expones la veas retorcida por los pícaros para convertirla en lazos de los tontos, o contemplar que las cosas a que diste tu vida se han desecho, y agacharte y construirlas de nuevo aunque sea con gastados instrumentos.
Si eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos y ganancias y arriesgarlos a cara o cruz, en una sola vuelta, y si pudieras empezar otra vez como cuando empezaste y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida.
Si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras y a tus nervios a que te obedezcan aún después de haber desfallecido y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa que la voluntad gritando: “¡Persistid en la orden!.”
Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud, o alternar con reyes y no perder tus comunes rasgos.
Si nadie, ni enemigos, ni amigos, pueden causarte daño.
Si todos los hombres pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si eres capaz de llenar cada inexorable minuto con el valor de los sesenta segundos de la distancia final.
Tuya será la tierra y cuanto ella sostenga y, lo que aún más vale, serás hombre, hijo mío.


(Rudyard Kipling)


("El hombre de Vitrubio" de Leonardo da Vinci)

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lunes, 6 de octubre de 2008

Salvación

A Mitch Albom le dijo Morrie Schwartz, para que dijera en "Martes con mi viejo profesor", que decía Auden ...

"Amaos los unos a los otros o pereceréis"

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Pd. Libro absolutamente recomendable que se traduce en una maravillosa lección de vida. Gracias a Mitch por transcribirla y un enooooooooorme abrazo al encantador Morrie, allá donde quiera que esté, unido a un profundo sentimiento de gratitud por también haber sido mi maestro.

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sábado, 4 de octubre de 2008

¡Buen día!

O buena mañana. Y es que a quien madruga ... dios le ayuda.

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Me sigue encantando ... tanto como en aquella época en la que los "vídeos musicales" eran algo cotidiano, esperado, creativo y hasta sorpresivo. Y nada más que por eso ... otro chulo, chulo.

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Y ya puesta ... uno más. ¡Si es que eran puritito arte por entonces! (al margen de precariedades tecnológicas). ¿Se nota que me levanté musicamente nostálgica?

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¡Caaachis en la mar! Me quedo con las ganas de añadir "Thriller" de Michael Jackson, pero es que en todos los que encuentro en youtube pone expresamente: "Inserción desactivada por solicitud" ... ¡Maldición, rayos y centellas ... qué poquito me gusta "esa restricción"!, pero es lo que hay. En fin, quien recurra a eso se pierde el compartir de un modo pleno, con lo lindo que es.
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