domingo, 31 de agosto de 2008

Gritos

La cultura y el refinamiento no han borrado la parte primitiva que aún se esconde en nuestro ser. Los humanos gritamos. No se trata del grito que se da para pedir socorro o para comunicarse con alguien que está lejos, sino del bramido rotundo, de esa voz desaforada y vivencial, que refiere pasiones sin palabras.

Hay gritos cortos e intensos o largos y profundos, gritos conscientes y gritos ignorados; un grito nunca es prudente, siempre es extremo, y es él el que nos domina y sobrepasa.

La sicología no se ha interesado demasiado por el grito, pero debería hacerlo, porque constituye un test de emociones con muchos significados. Uno de los más evidentes es el miedo: ante un susto o una amenaza inesperada, probablemente gritemos y el sonido será inequívoco. La voz de miedo contagia miedo, de hecho no hay película de terror sin un buen grito, incluso cuando el miedo gusta y es previsible, como pasa en la montaña rusa, igualmente se grita, y ese grito colectivo incrementa el atractivo.

Pero el grito también envalentona. Deportistas duros, y por supuestos soldados y combatientes, se perciben a sí mismos a través de su grito y se autocontagian la fuerza o la ferocidad que necesitan en momentos de reto o de peligro.

Otro gran significado del grito es el sufrimiento. Tanto el menor, el que por ejemplo provoca la fatiga agotadora expresada con gritos agónicos en cada raquetazo de un tenista, como el sufrimiento mayor.

La respuesta a una noticia trágica se puede manifestar con un alarido, y ese grito es dolorosamente elocuente. Ojalá se escuchara una sola vez en la vida; ojalá no se repitieran aquellos gritos que provoca el daño físico insoportable o el dolor sicológico que desgarra el alma, aquel que mezcla grito con llanto y cuyo lenguaje universal une y sobrecoge a todos.

La alegría y el placer también saben de gritos, menos mal. Quién, siendo adolescente, en un atardecer lleno de playa, de sol de amigos, no gritó a lo loco, sin saber muy bien por qué, desbordado de entusiasmo y gratitud a la vida. Quién, enredado en los brazos de la persona amada, no elevó su voz, tal vez sin darse cuenta, y con ello la temperatura emocional de ese instante.

No sé si hay belleza en el grito, o solo pasión, pero en su sinceridad se encuentra nuestro más hondo salvajismo, nuestro pálpito. Gritamos y, con dolor o placer, con furia o miedo, en ese instante nos sentimos vivos.


(Pilar Varela)

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jueves, 28 de agosto de 2008

Energía renovable

No conozco mejor combustible humano que el abrazo. ¡Y no contamina!
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Hoy ... necesito gasolina.

Ilustración: "El abrazo" de Sandra Conejeros.
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miércoles, 27 de agosto de 2008

Rubor

Ayer tarde, en las escalinatas marmóreas del templo vi a una mujer sentada entre dos hombres. Una de las mejillas de la mujer estaba pálida, la otra sonrosada.

(Khalil Gibran)
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martes, 26 de agosto de 2008

Violenta violencia

Vivo frente a un parque. Para ser exactos el edificio en el que está mi hogar dulce hogar se encuentra entre dos parques. Parte de las ventanas de casa dan a uno de ellos, situado encima de unas plazas de aparcamiento de un gran supermercado.

Al parecer desde hace un tiempo una mujer duerme en algún rincón de ese amplio espacio, deduzco que para cobijarse de inclemencias, de potenciales peligros ... “Sin techo” se llama a quienes viven así. Y se les llama no porque lo “sean”, sino porque no lo “tienen”.

He creído verla de cerca en algunas ocasiones. Es una mujer de mediana edad que aparenta mínimo una década más por su voz y aspecto castigados, posiblemente alcohólica o drogadicta -o ambas cosas- y con, supongo, una dura vida como equipaje. Seguramente no será una santa pues ninguno lo somos pero no provoca escándalos, no alborota, no se mete con nadie. Sospecho que es una de esas personas que lo único que quiere es que la dejen en paz, con sus muchas o pocas miserias y alegrías que la acompañen.

Lamentablemente no siempre que una se asoma a la ventana es para disfrutar de la luna, o de un atardecer de nubes fucsias que amenazan con explotar de pura belleza. La tengo cerca, a un metro escaso a mi derecha. Las tengo en realidad pues son varias que forman un gran ventanal en forma de L. Mientras escribía en el ordenador he escuchado que alguien gritaba en la calle. Mucho. Gritaba una mujer. Creo que esa mujer:

- ¡Déjame, déjame o llamo a la policía!

Al asomarme he visto a un joven de unos 20 años acompañado por una chica que parecía su pareja, quien le decía: “¡Vámonos ya, déjala en paz!” mientras caminaba deprisa –y hasta asustada- en una dirección que la alejase del lugar, de la escena. El muchacho insultaba a la mujer que estaba en el interior, se burlaba de ella, de su miedo, y con un ensañamiento brutal le lanzaba piedras cargadas de toneladas de ira. Se las tiraba cobardemente, no cara a cara dentro del aparcamiento sino desde la calle paralela, aprovechando el parapeto de las rejas de las ventanas. ¿Tal vez para salir corriendo en caso de obtener respuesta violenta por parte de la agredida?

- ¡PSSSSSTTTT, PSSSSTTT ... OYE ....!

El chico se confunde por un momento. No sabe de dónde viene esa voz que, alzada y con firmeza, le reclama atención.

- PSSSSSTTTTT ... AQUÍ ARRIBA ...

Por fin parece que me localiza.

- SI HOMBRE, AQUÍ ... ¿QUÉ ... NO TIENES MEJOR MANERA DE DIVERTIRTE? ... ¿NO HAY OTRO JUEGO CON EL QUE ENTRETENER A TU ABURRIMIENTO?

El tipo, al principio, se siente sorprendido y ¿avergonzado? No, sucede tan sólo que no esperaba verse descubierto desde las alturas y eso le ha amilanado momentáneamente.

La mujer, mientras tanto, pide a quien recrimina al agresor:

- ¡Llama a la policía, llama a la policía!

- ¡RESPETA A ESA MUJER ... QUE TE DIGO QUE RESPEEEEEETEEEESSSS...!

El individuo pronto retoma su actitud chulesca y con altanería se gira para marcharse mientras masculla algo entre dientes que no alcanzo a entender. No se retira sin antes volver a mirarme, colocarse un dedo índice debajo del ojo y señalarme, ya sin articular palabra. ¿Me estaría avisando de que me ha “fichado” ... que sabe dónde vivo ... me amenazaba con ese gesto? ¡Ay, ay, ay tiemblo de terror y esta noche no podré dormir!

Finalmente ha desaparecido y en esta ocasión no ha hecho falta llamar a la policía.

Con 20 años, o incluso siendo menor, se sabe perfectamente lo que se hace, por más que se pretenda disfrazar, por más que se quiera excusar con inconsciencia juvenil, procedencia de hogares desectructurados y qué sé yo qué otros argumentos se emplean para justificar ciertas cosas que suceden y que, de base, son inadmisibles ... o debieran serlo. Se sabe cuando se está haciendo daño físico a un ser humano (o animal) ... salvo que quien lo provoque sea un sicópata, que no parecía el caso. La agresión sicológica en cambio es más compleja y no me pronunciaré al respecto en este momento.

Y tengo clara una cosa -cada vez más- al margen de las causas que den lugar a según qué situaciones. Con estas actitudes violentas, particularmente cuando son tan gratuitas, crueles y dirigidas a los más débiles, mi tolerancia es de cero. O mi intransigencia de cien mil, a escoger.

Eso y que estoy hasta los ovarios de los "tiranos cotidianos". O "gente cactus". O "elementos tóxicos". O ... sinónimos varios.
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lunes, 25 de agosto de 2008

Paciencia

¿A qué esperas?
A que llegue mi ola.
Espero cogerla y que me lleve al gozo infinito. Cruzar su túnel y, aunque sea por un instante, sentir que rozo la eternidad.
Espero pactar con Neptuno y que me conceda ser delfín (o sirenita).
Espero, sí, al. A-Z-U-L .en cada uno de sus matices.
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domingo, 24 de agosto de 2008

jueves, 21 de agosto de 2008

Sin palabras ... con imágenes

De Oswaldo Guayasimin. No son 153 (multiplicados por ...), pero sí suficientes.




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miércoles, 20 de agosto de 2008

Angustia

Me dirigía al trabajo cuando el astro rey comenzaba a asomarse majestuoso. Inmenso, verdaderamente inmenso, nacía detrás de la montaña, casi tan rojo como el propio fuego (que no sé por qué decimos que es rojo si en realidad se ve amarillo, aunque también azul) ... por un momento incluso pensé que estaba presenciando un amanecer en Africa. ¡Esto si que es comenzar el día de manera espectacular!, apostillé. Y me sentí aún más alegre ... o como suele decir la mayoría de gente: feliz. Profundamente.

Así he pasado toda la mañana ... embargada por ese apacible y gratificante sentimiento sin que algo fuera de lo común lo haya provocado. Me desperté así. Estaba alegre sólo porque estaba alegre. Porque sí. Y ya.
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Pero al volver a casa he encendido la televisión ...
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Consternación, dolor, desolación, incredulidad, incertidumbre, catástrofe ... fuego de nuevo pero del que quema, del que mata. Todo eso -y más- se veía sin verse. ¿Cómo hablar de un horror ajeno que no se presencia, que tan sólo se adivina en la distancia kilométrica y emocional? ¿Cómo calificar lo incalificable?
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Angustia de los familiares. ¿Angustia de los pasajeros ... cuánta en cuánto tiempo? Y de nuevo esa pregunta en mi mente: "¿cuánta ... en cuánto tiempo?" Mi propia angustia me impide siquiera imaginarlo, creo que por puro mecanismo de defensa de mi psique; dolería demasiado. Aún así ese interrogante no me ha abandonado en toda la tarde e incluso en algún momento me ha atormentado. An-gus-tia.
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¿No somos nada? ¿Quién se inventó eso? En nuestra fragilidad, somos TODO para quienes sufren la pérdida. O gran parte de su todo personal.
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Luz para los fallecidos. Fuerza para los familiares y heridos.
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martes, 19 de agosto de 2008

A 15 días de mis 30 en septiembre

Por esto -y algo más- es que de mayor quiero ser peque ...

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lunes, 18 de agosto de 2008

Las apariencias engañan

Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido, ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.

Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso “por tener ideas ideológicas”, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel.

Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos y el dibujo pasa. Didaskó, le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas:
- ¿Son naranjas?... ¿qué frutas son?
La niña le hace callar:- ¡Sssssshhhhhh!- y en secreto le explica: - Bobo, ¿no ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.
(Eduardo Galeano)

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domingo, 17 de agosto de 2008

Lunática

Anoche me asomé a la ventana para mirarla... y verla. Se encontraba tan llena que parecía haberse entregado a un pantagruélico banquete. En su perfecta silueta circular allá arriba estaba, alta, casi oculta pero no del todo pues se le veían los ojos. Inicialmente pensé que jugaba al escondite pero en realidad se había puesto un velo que sólo permitía alcanzar su mirada. Un velo de nubes sedosas de color tan azul marino como la propia noche, llegando a confundirse con ella hasta el punto de no distinguirse sus algodonosos contornos.

A menudo juego a verle caras porque siempre ofrece alguna; basta con prestar un poco de atención. Unas veces se muestra alegre, otras picarona, algunas triste... la que más repite es la de sorprendida... ¡oh! Ayer estaba tremendamente seductora.

En ocasiones me topo con ella por sorpresa cuando regreso a casa caminando. Se muestra espectacularmente hermosa. Inmensa, casi a ras del horizonte, y a diferencia de su habitual traje de plata se viste de oro. Tan amarilla se la ve que se confunde con aquel que la releva cada mañana. Claro que a ella si la puedes mirar fijamente sin que te ciegue. Y en esos momentos... me hipnotiza hasta el punto de casi tragarme -literalmente- más de una farola, pues sólo tengo ojos para su figura y no para el camino.

Me vuelvo a asomar en este instante y sigue ahí, expectante, vigilante, regordeta, sin velo... en todo su esplendor. Dice que unos kilos de más no tienen importancia, que a partir de mañana comenzará una dieta adelgazante. Añade que no tanto por cuestiones estéticas sino por salud.

Bien sea en las alturas o en las bajuras... flaca u oronda... siempre enigmática, bella, luminosa. La luna. Esa mediadora entre cielo y tierra... ¿será una mensajera de dioses?
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sábado, 16 de agosto de 2008

Petición

Le propuso matrimonio.
Ella no aceptó.
Y fueron muy felices.

(Anónimo)
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viernes, 15 de agosto de 2008

Me disgusta

Detesto la cobardía de quien arroja fuera los propios balones ...

y responsabiliza a otros de las consecuencias, e incluso autoría, de sus rebotes.
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miércoles, 13 de agosto de 2008

Campo gravitatorio

Tú en un planeta. Yo en otro.
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¿Giraremos algún día en la misma órbita?.

A José Rodríguez Alvarez, mi amor platónico.

martes, 12 de agosto de 2008

El día se apaga ... la noche se enciende

"Esos astros, aún invisibles en lo profundo de la noche, no brillan pues en vano. No pienses que, aunque hombres no hubiera, carecería de espectadores el cielo y de alabanzas. Millones de criaturas espirituales recorren la tierra, cuando en vela estamos y cuando dormimos; todas ellas sin cesar de ensalzarlo día y noche sus obras contemplan.
¿Cuántas veces desde la falda de una colina o un bosquecillo en que el eco resuena voces, hemos oído celestiales en el aire de medianoche, solas o respondiéndose, que cantaban a su creador?"

John Milton, en "El paraíso perdido", se despide así de la jornada ... y con con él.
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lunes, 11 de agosto de 2008

Posdata (o gente como "Dios" manda)

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace.
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Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.
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Me gusta la gente justa con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.
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Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
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Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables a las decisiones de un jefe.
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Me gusta la gente de criterio, la que no traga entero, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.
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Me gusta la gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, a estos les llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Con gente como esa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.

(Mario Benedetti)
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Suscribo las predilecciones de mi admirado Benedetti, añadiendo que me gustan las personas que con su corazón, su cabeza, sus manos ... intentan construir un mundo mejor.

Eso que es dado en llamar ... gente como "Dios" manda.
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Pensándolo mejor ... más que gente como Dios manda, gente como la vida demanda. O gente de buena voluntad, a escoger.
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Recuerdo lleno de sol

A veces a una le asaltan recuerdos. Algunos están llenos de sol y precisamente por su calidez espantan al invierno del alma. Huelga decir que siempre son bienvenidos.

En ocasiones el recuerdo llega porque sí, de manera espontánea, sin algo aparente que le rescate del pasado. Otras regresa de ese cajón llamado memoria a paso lento, evocado por algo del presente que le reclama.
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Acaba de suceder. He escuchado una noticia que refería el fin del viaje a Latinoamérica de la vicepresidenta del gobierno. Pero eso no es lo importante. Lo relevante es la mención a que se encontraba visitando un lugar donde se había construido un pozo de agua que daría abastecimiento a unas 50.000 personas, evitando así que recorrieran kilómetros a diario en busca de la necesaria para cada jornada. Y... el pasado ha regresado, a cámara lenta, como desperezándose de un largo sueño.
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Ya hablé aquí de Manuel, más conocido como Manolo pero yo creo que llamarle así es estropear la sonoridad de un musical nombre. Conté que es sacerdote y ejerce como profesor de matemáticas. Además, también era párroco de la iglesia de su barrio, posiblemente el más conflictivo de la ciudad. Con decir que enfrente de su casa, a no más de cinco metros, había un punto de venta de droga... No quiero profundizar en su labor, pero sí comentar que Manuel y otros curas compañeros con los que convivía (ahora en otros destinos) han trabajado mucho en el barrio en cuestión, así como en la prisión y otra problemática social.

Cuando apenas faltaban unos días para que se cumplieran los 25 años de sacerdocio de Manuel se pensó en hacerle una fiesta para celebrar el evento. Obviamente queríamos regalarle algo por su “cumplevocaciónreligiosa” y, por su afición a la fotografía, pensamos en una buena cámara réflex (creo recordar que esa fue la elección pero no estoy segura. Tal vez era un objetivo... no sé). El, sospechando nuestra intención, pidió expresamente un regalo: “Deseo que aportéis lo que podáis en metálico para la construcción de un pozo de agua en x" (un lugar de Africa de cuyo nombre no puedo acordarme... ¡otra vez Alonso Quijano asoma sutilmente!).

Aquella fiesta fue doblemente celebrada por mí. Festejé los años dedicados a su elección vital así como su forma de ser y estar en el mundo. Y es que Manuel es gente... como “Dios” manda, y me alegra no olvidar su naturaleza a pesar de la distancia física pues él ya tomó otro rumbo que le llevó fuera de esta ciudad.

Opino que cualquier tiempo pasado no fue mejor pero es innegable que dejarse mecer por ciertos recuerdos es un auténtico placer. Y que algunos, como el que me ocupa, cuando están llenitos de sol proporcionan tanta calidez al corazón que este no puede hacer otra cosa salvo sonreír.
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Así pues... ¿cosas que hacen que la vida valga la pena? Recordar lo bueno. Recordar incluso lo malo pues nos hace valorar lo verdaderamente importante... porque todo, a la postre, es una escuela.

Por cierto, me voy a beber ahora mismo un gran vaso de agua fresca... ¡pero qué suertudos somos!... (y que poca cuenta nos damos a veces ¡ay, ay, ay!).
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¡Ah!... y en algún lugar de Africa, de cuyo lugar sigo sin acordarme, hay un pozo que da agua por las contribuciones de aquí, de allá, de acullá... pues la idea corrió como reguero de pólvora y la gente se fue animando. Pero sobre todo por la generosa idea de Manuel, un tipo que además de hombre es persona. ¡Bien!

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domingo, 10 de agosto de 2008

Déficit mundial

Se necesita ...


en cantidades ingentes. A repartir desde y hacia ... Norte, Sur, Este, Oeste ... y Centro.
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sábado, 9 de agosto de 2008

"Chez Leve"

El almuerzo se va preparando. Hoy antojo de menú infantil, de hecho mi plato preferido en aquellos tiempos eran las patatas fritas y huevo ídem, lo cual creaba cierto conflicto con mi madre cuando íbamos a algún restaurante, que era un domingo sí y el otro casi que también:

. A ver... ¿tú qué quieres?
. Patatas fritas con huevo.
. Niña pide otra cosa que eso lo tomas en casa. Come algo más elaborado... algo diferente.
. Prefiero patatas fritas con huevo.
. ¿Y por qué no tomas un filete, que apenas pruebas la carne?
. Porque quiero patatas fritas con huevo.
. ¡Mira que eres rebelde!
. Vale, pero sigo queriendo patatas fritas con huevo.

Pues eso, mis hermanos todos carnívoros pero yo... fue (y sigue siendo) que no. Para mí los nervios eran plásticos así que comentado este matiz dicho está dicho todo.

A estas alturas y bajuras de mi vida suelo comer muy sano, sobre todo porque mi organismo lo reclama, y donde se ponga el verde que le quiero verde o un pucherito de legumbres... me asientan el cuerpo que pa' qué. Pero de vez en cuando una excepción, retirados excesos de aceite (de oliva por supuesto) sienta incluso bien o requetebien, a escoger.

¡Ah!, el gazpacho que no falte, que es época y además sale rico, rico, riiiiicoooo.

Acompañando también con un tinto y queso, presente en la dieta diaria ya que salió ratona-ratona quien suscribe.

Y de postre... fruta fresca que viene magníficamente con este caló’.

¿Cosas que hacen que la vida valga la pena? Rescatar platos sabrosos, descubrir nuevos... la buena comida, particularmente compartida con gente querida.

La sartén está al fuego de modo que sólo queda lanzar un: bon appétit!
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viernes, 8 de agosto de 2008

Polvorín que acaba de dejar de serlo

Un nuevo conflicto bélico estalla en el Caúcaso. Uno más que añadir a la lista que existe en el mundo y cuya cifra casi ninguno conocemos. Al menos yo no.

Eso sí, me ha tocado vivir un tiempo y lugar en que puedo sentarme frente al televisor para ver una guerra en vivo y directo. Claro está ... sólo se “retransmiten” las más “importantes”. Pero hay que elegir esa ... “programación” y, de momento, no estoy por la labor. Encima pretendemos que no haya "daños colaterales" y que no mueran periodistas. ¿Cómo esperar coherencia en una guerra si la sin razón es quien la lidera? ¿Nos hemos vuelto tontos?

En ciertos aspectos no deja de sorprenderme –muy desagradablemente- el ¿progreso? ¿Avanzamos o retrocedemos? Supongo que ambas cosas.

Gloria ... ¡di algo!

“Deseamos:
Que no vuelva a haber otra guerra,
Pero si la hubiera,
¡que todos los soldados
se declaren en huelga!”

(Gloria Fuertes)

Al mismo tiempo se inauguran los juegos olímpicos, símbolo de unión continental y competición pacífica entre pueblos sin considerar credos, ideologías políticas, razas ...

Una porción de paz y otra de guerra nacen el mismo día. Está claro que los contrarios son los que gobiernan la vida y que se rozan, cuando no abrazan, más de lo que imaginamos.

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Sobre el Tibet no me pronuncio, no me parece que sea el momento oportuno.
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jueves, 7 de agosto de 2008

Girar y girar

La vida es un viaje en noria ...


Hoy estamos abajo, mañana arriba.
Y viceversa.
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miércoles, 6 de agosto de 2008

Contaminados

Al hilo de lo que ayer conté me parece acertado añadir algo que hoy llegó a mí. ¿Casual o causalmente? ... ¡quién sabe!

“El sufrimiento de otras personas activa nuestros cerebros como si ese dolor fuese nuestro. Esa reacción emocional es el fundamento mismo del ser humano.
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Débora no deja de dar vueltas por la sala de espera del hospital. Es la tercera sesión de quimioterapia para su hija y se imagina cómo, una vez más, el frío veneno, aunque necesario, se expande por las venas de Catherine. Tiene la impresión de sentir las náuseas que tiene su hija y los retortijones de estómago. Piensa que daría cualquier cosa por ponerse en lugar de ella.
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Roni mira fijamente la pantalla del televisor. Cien mil refugiados huyen de la guerra que azota el país. Hace días que caminan, casi siempre sin agua ni comida. Llevan maletas atadas con cuerdas al cuerpo. Un hombre con la mirada perdida lleva en los brazos a su hijo muerto. La cámara se detiene en su turbante deshecho, en sus brazos que estrechan inútilmente al pequeño contra su pecho. Roni se levanta del asiento. Es médico y no puede permanecer impasible. Quiere colaborar en lo que sea y le gustaría estar allí. Unos días más tarde, se une a Médicos sin Fronteras.
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Cuando nos vemos sumidos en un estado de sufrimiento, todo nuestro organismo actúa para hacerle frente. Es la famosa reacción "de combate o de huida". Pero, ¿de dónde nos viene este sentimiento que nos hace sufrir a veces en lugar del otro? ¿Este poderoso impulso que nos empuja a hacer lo que sea para aliviarlo, como si fuéramos nosotros quienes estuviéramos sufriendo? En el laboratorio del profesor Frith de imaginería cerebral de la Universidad College en Londres, varias mujeres aceptaron someterse a un escáner con resonancia magnética mientras sus maridos recibían descargas eléctricas. A éstas se les informaba unos segundos antes de que la descarga fuera emitida y además tenían un espejo para ver cómo la mano de sus maridos se contraía por el dolor. En sus caras se podía leer el dolor que sentían al ver sufrir al hombre que amaban.
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Sin embargo, lo que realmente interesó al equipo dirigido por la joven investigadora Tania Singer era lo que ocurría en sus cerebros: las regiones del cerebro emocional que se activaron eran las mismas que lo habrían hecho si ellas hubieran recibido las descargas. El dolor ajeno había pasado a ser el suyo propio. Su cerebro se lo había apropiado. En el caso de estas mujeres conectadas por amor a sus maridos lo que ocurrió fue que la membrana que separa el "mí" del "tú" se había fusionado. "Ya pihi irakema", dicen los indios Yanomamis cuando están enamorados: "Estoy contaminado por ti", es decir, "algo de ti ha entrado en mí y ahora reside en mi interior" He dejado de ser yo solo y tus emociones ahora son también mías.
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Según la filósofa norteamericana Susanne Langer, bajo los efectos del amor la "membrana de la individualidad" se vuelve porosa ... Por su puesto, hay personas que son más sensibles que otros a experimentar esta empatía. La capacidad de las mujeres es generalmente mayor a la de los hombres. Y a su vez, tanto entre las mujeres como entre los hombres se dan marcadas diferencias. Esta reacción automática del cerebro constituye el fundamento mismo de nuestra humanidad, de nuestra capacidad para conectar con los demás. Lo que diferencia a los mamíferos del resto de animales no se limita únicamente a la lactancia materna; también incluiría las regiones del cerebro emocional que son las responsables del lazo afectivo que existe entre padres (principalmente, la madre) y su prole. El córtex cingular (la parte del cerebro que se activa en el caso de las mujeres del experimento) se ha desarrollado para que los gritos de dolor de los pequeños, en caso de separación, le resulten insoportables. Gracias a esto, los vulnerables descendientes de los mamíferos se garantizan el contacto constante con un adulto, vital para su supervivencia.
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Más allá del vínculo de sangre, nuestra capacidad para sentir compasión viene a ser la base en la que se sostiene la vocación del médico, el impulso benévolo de las asociaciones caritativas, así como el deseo que compartimos por vivir en armonía. Constituye también el fundamento mismo de la ética, como sostenía Spinoza, filósofo que tan bien entendió el vínculo existente entre la mente y el cuerpo. Este consideraba el origen de la moral en la capacidad de nuestro cuerpo a la hora de sentir las emociones de los demás: si sufre, yo sufro, luego debo evitar su sufrimiento. En nuestro cerebro está grabado el vínculo que nos une al sufrimiento, como a la felicidad del mundo que nos rodea. El vínculo que nos convierte en seres humanos, individuales y relacionados, sensibles y responsables."
David Servan-Shereiber

martes, 5 de agosto de 2008

Ella y él

Ayer tarde estuve en urgencias de un hospital. En la sala de espera, a unos metros frente a mí, una señora mayor, de unos setenta y tantos años, daba agua a un hombre también anciano que estaba tumbado en una camilla; a taponcitos, poco a poco, con una ternura infinita. No alcanzaba a ver su otra mano pero por el gesto parecía acariciar la cabeza del hombre al mismo tiempo. Dolor y belleza se fusionaban en la escena. ¡Y cuánto de ambos!

En su rostro había una tristeza inmensa y sólo alguna lágrima de las que contenía rodaba ligera por sus mejillas. Parecía en realidad la carita de una niña pequeña, con pucheros que trataba de evitar, absolutamente compungida.

Tuve el fuerte deseo de acercarme a ella y darle un abrazo, o al menos apoyar mi mano sobre su hombro o antebrazo. Mirarla fijamente, ofrecerle una tímida sonrisa y, a la par, que mis ojos llorasen con los suyos aunque fuese sin lágrimas.

Sólo un yogur que una celadora le entregó impidió que me acercara a ella. Debió pasar muchas horas allí, sin comer, deduzco. No tardó en llegar la ambulancia que esperaban, no sé si para volver a casa o para ir al hospital al que van aquellos a los que sólo les queda morir. Ojalá se tratara de lo primero.

Tras su marcha me quedé pensando en esas palabras que forman parte del ritual del matrimonio. Pensé que no tenían nada que ver con la fiesta y el negocio que hay montados en torno a él. No me detuve de hecho en el sacramento en sí ni en su religiosidad. Me concentré en la esencia de los votos de la ceremonia, en su significado más profundo... “prometo serte fiel en la alegría y en el dolor, en la pobreza y en la prosperidad, en la salud y en la enfermedad, para amarte y respetarte durante todos los días de mi vida". Unirse para lo bueno, para lo malo... acompañarse. Me parecieron hermosísimas y reales palabras, al margen de que hoy día su puesta en práctica parezca estar en vías de extinción. Me consta que una promesa eterna a menudo queda en utopía. Es difícil -e ilusorio en gran medida- asegurar que se mantendrá un compromiso a largo plazo, con todo un equipaje que incluirá no pocas dificultades y épocas de vacas flacas a superar... o no. Pero difícil no es sinónimo de imposible.

Tampoco me parece un desatino decir que querer a alguien, de verdad, precisa grandes dosis de madurez y generosidad, no olvidándose de uno mismo pero casi, al menos en ciertos momentos. Sólo que hacerlo gozosamente, desde la libertad, desde la elección de cada día, de cada hora, de cada minuto. Claro que entiendo debe haber reciprocidad para que se mantenga no tanto el sentimiento (que podría perdurar hasta el fin en aquellos con almas grandes) como la relación pues esta, de no ser correspondida, puede llegar a morir de hambre. Y, en una sociedad en la que hasta las personas cada vez más somos objetos de consumo, clínex de usar y tirar, yo estaba teniendo la fortuna de presenciar un auténtico... “hasta que la muerte nos separe”. ¡Menudo regalazo el día de mi cumplevida!

En algún lugar leí: “Juntos somos más fuertes”. Desde luego así es. Y en el otoño de nuestra existencia es donde con más claridad se aprecia, cuando las fuerzas flaquean. La que pudiera quedar a los miembros de esa pareja allí estaba: ofrendada, recogida... compartida, como un círculo mágico invisible que, pausadamente, no dejaba de rodearles en un giro constante del cual hasta casi creí ver una sutil estela. ¡Uffff!... se me eriza el vello de pura emoción y se me humedecen los ojos de recordarles.

A veces perdemos demasiado tiempo preguntándonos y queriendo dar respuesta a qué es el amor. Yo no sé cuál sería la definición más certera pero sí sé algo. El amor no son “decires”. El amor son “estares” que propician los “sentires”.

El amor, ayer, era esa mujer.

Y estoy por apostar que hoy, aún, seguirá siéndolo. Incluso cuando él ya no esté... lo será, será.

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Luz al partir

Querida Rosa, querida AMIGA. Apenas hace un par de horas tu madre se marchó. Nunca olvidarás esta fecha, no sólo por la gran pérdida ... también tu hija nació tal día como hoy, de hace once años. ¿Ironía o compensación del destino?

Dejo un poco de luz para ti María, con la esperanza de que ilumine tu tránsito ... con un deseo de consuelo en el corazón de quienes te quieren y aquí quedan. Descanses en paz.
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lunes, 4 de agosto de 2008

A los que nacieron tal día como hoy ...

Incluida yo ...
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Sopla y no olvides pedir un deseo ...

¡Bufffffffffffffffffffffffffffff ... ya! El deseo top-secret.
¡Qué bien ... soy la primera en felicitarme! Claro, es lo que tiene que una se levante con una misma, te anticipas en todo al resto. O que a quien madruga Dios le ayuda.

¡Ah! ... ¡feliz cumplevida a quienes también asomaron al mundo un 4 de agosto!

sábado, 2 de agosto de 2008

Epístola a la que nunca vio claro lo del clero

Destinataria: Gloria
Dirección: Nube derecha, algodón 3º.
Población: Paraíso.
País: Séptimo cielo.

Querida Gloria, dos puntos ..

Te cuento que milagrosamente he sobrevivido. Digo milagrosamente porque esta mañana el termómetro marcaba a las 11:00 h. 37 º. Aún así he regresado de la calle sana y salva, aunque sospecho que pesando un kilo menos, o dos, como consecuencia del líquido perdido en el camino. ¡Y con lo que me cuesta sudar! Pero es que lo de hoy no es verano... ¡es el infierno!

De modo que he llegado a casa y he decidido no salir más de ella... hasta mañana ¡eh!, no vayas a pensar que me quedaré aquí por los siglos de los siglos, amén. En vista del panorama decidí dedicar la tarde a ser costurera porque tengo que arreglarme algunas prendas (cosas del reciclaje textil... y de que estoy jartica de tener que coser todo lo que compre, ¡joer!, sin “d”, que me gusta más), pero de pensar colocarme sobre las piernas tela con estas temperaturas... ¡uuuffffff¡ me deshidrataba la sola idea.

Entonces, con la típica torta de aturdimiento a cuestas, han surgido sobre la marcha los planes B y C: o duermo una siesta –que no la suelo dormir- o veo una película.

La primera opción no me parecía válida porque con este calor iba a dormir Rita la cantaora. En cuanto a la segunda posibilidad... como estaba cansada para ver una película que me interese, tenía que ser una de las que pusieran en televisión, de esas que se dejan ver sin prestar mucha atención. Elegí peli, pero en horizontal (es que hace ya un tiempo que la tele la veo o tumbada en la cama, o en el sofá... que sentada no aguanto y me voy a otra cosa, mariposa. A veces pienso que en realidad busco que me sirva de nana, ya que por lo general es estupenda como tal pues me deja frita en un plis-plas). La cosa es que no me convencía nada de lo que proyectaban así que he pasado un rato haciendo zapping, tiempo en el que tampoco como nana surtía efecto.

En ese momento, ya sin planes, me he levantado, he ido a una estantería y te he cogido, Gloria. Y te he leído. Es raro, raro, raro que lea en la cama pero te he cogido y te he leído acostada en ella. Y he comprobado que el libro que te contiene está –como la mayoría de los que conmigo viven- con esquinas de páginas dobladas por arriba... por abajo, y subrayado aquí, y con aquel título marcado allá... y me he sorprendido pues casi sin darme cuenta he hecho algo que creo es nuevo en mí: dibujar en los libros, además... tumbada. Hablo de dibujos elementales, elementalísimos, que envuelven a las palabras que los provocan... al menos así lo estoy interpretando por lo que veo. Ya ves ... al parecer inauguras una nueva costumbre en mí. Posiblemente más de uno me diría que tendría que dejar inmaculados los libros, para otros, pero... ¿pa’ qué los quiero si no los puedo vivir como los siento? Pues eso.
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Y decido que te tengo que llevar... traer a mi "bitácora". Es más, decido que te voy a traer a menudo porque tu tierna a la par que divertida y sabia palabra merece estar con frecuencia en el país de las maravillas. Así que una etiqueta rezará con fuerza sobre la Fuertes. Y la inicio con un poema que me ha hecho sonreír. O mejor dicho la continúo ya que tus palomas acaban de sobrevolar este cielo. El segundo poema en cuestión ha sido todo un descubrimiento que me explica –en cierto modo- por qué me gustas tanto: ¡a ti también casi te excomulga una monja!... ejem, plural en tu caso. Y claro... aquello de la afinidad acaba hermanando, acercando... gustando.

AUTOBIO

“Pronto me di cuenta
que era una errata eso
de que los niños venían de París.
A los seis años cambié la ese por erre.
Los niños vienen de Parir
-escribí en la pizarra de las monjas-.
Y me echaron.”

Y que me perdone Neruda pero no me marcharé sin decirte que... me gustas cuando hablas porque estás como presente, y te oigo desde cerca, y tu voz si me toca.

Con tu permiso me retiro a darme otra ducha. Hasta siempre hermosa, humorosa, amorosa, cotidiana dama, fue un placer encontrarte y más aún reencontrarte. Inmensa en tu poesía adulta. Chiquita en tu poesía infantil. ¿De que otro modo sino a su altura alcanzarías a los niños?

Que en gloria estés, Gloria.

Pd. ¡Cachissssssssssss!, ahora que miro con detenimiento veo que me salieron con más pinta de golondrinas que de palomas. Bueno, no problem, también son aves y cuela.

Pd.2. Me encantas en esta imagen. Sales muy... muy tú.

viernes, 1 de agosto de 2008

A los que no nacieron tal día como hoy ...

Incluida yo ...
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Siempre será mejor celebrar 364 que 1 de modo que ... no cumpleañosssss felizzzzzzzzz, no cumpleaños feeeeelizzzzzz, os deseoooooo y me deseooooooooo, no cumpleaaaaaaaaaaañoooooosssss feeeeeliiiizzzz ¡chin pon!
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