sábado, 31 de enero de 2009

Sanación



Repetimos terapia ...

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viernes, 30 de enero de 2009

Semejanza

Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor. A saber: le acaricia los pétalos, le sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de ella y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: "Es como una flor".
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(Julio Cortázar)
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¿Alguna vez referí que prefiero infinitamente que me regalen una maceta a una flor? Si no lo hice ... dicho queda. Imagino sobrará explique las razones a tenor de lo ... cronopiado.

Supongo que tampoco diría que las plantas que viven conmigo tienen nombre. Ellas mismas me lo indican cuando proponen la convivencia, conste. Las presentaré: Guadalupe (cáctus ella), Vera, Trinidad, Dana, Malibú, Punki y Mafalda. Igual un día me animo y las muestro. ¡Y porque en un piso ni cachito de tierra en suelo en el que poder ampliar el edén!

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martes, 27 de enero de 2009

Ternúra-me (te-le-les-nos ...)

Ternura: preludio del amor ...
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y una vez este se manifiesta, ella no es sino su hogar permanente.
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domingo, 25 de enero de 2009

Un libro, una película... un profesor

El domingo pasado regalé un libro. Un libro que he regalado... compartido prefiero decir, ya en varias ocasiones. Un libro que creo debieran leer todas las personas porque una vez lo acabas el corazón sonríe, te reconforta y se puebla de serenidad; al menos en mi caso así fue. Un libro que es en realidad una lección magistral impartida por un hombre que no es ficción, que existió y además VIVIO, mayúsculamente, hasta el último instante en que la enfermedad que padeció le permitió permanecer en este mundo. Un libro que llegó a mí hace años, en su primera edición, por lo que suelo llamar... “azar causal”.

Al ir a buscarlo a la librería, me acordé de que hacía un tiempo grabé una película que se había rodado basándose en la historia para ser estrenada directamente en televisión y que, por unas u otras circunstancias, no llegué a ver en el momento. Esta vez sí, el recordatorio sirvió para que me dedicase a disfrutar visualmente lo que imaginé en mi mente con cada línea de lectura. E incluso relectura pues pudiera decirse que el título forma parte de lo que llamo... “biblioteca de los libros de mi vida” y de cuando en cuando doy algún paseo por sus páginas.

Casi al comienzo de la película se encuentran celebrando el primer funeral del protagonista, pues argumentaba que no quería esperar a estar muerto para escuchar decir cosas bonitas sobre él (¡chico listo!). En un momento dado de la "fiesta", Jack Lemmon, extraordinario en su interpretación como de costumbre, pide la palabra para recitar un poema de W.H. Auden: “Todo lo que tengo es una voz”...

"Todo lo que tengo es una voz
para deshacer la posición replegada
de autoridad cuyos edificios tocan el cielo.
Nadie existe solo.
El hambre no deja elección
ni al ciudadano ni a la policía.
Debemos amarnos los unos a los otros o morir...
Debemos amarnos los unos a los otros o morir”

Así, cada semana, uno de los alumnos preferidos en tiempos universitarios regresaba para seguir aprendiendo, lo que fue gestando un libro y posteriormente su adaptación cinematográfica. Desearía poder incluir un vídeo que hay en youtube –en inglés- para ilustrar con imágenes lo que cuento, pero, en concreto, la posibilidad de compartir el extenso trailer está deshabilitada (http://www.youtube.com/watch?v=u0whrw8b3M4&feature=related). Sin embargo sí puedo añadir a este espacio la última lección, en la que habla de la despedida... en la que recuerda que con la muerte sólo desaparece la vida, no las relaciones, no los sentimientos que nos unen a quienes amamos aunque ya no estén físicamente...



Y ya sí, en su último funeral, uno de sus hijos leyó algo que, de bello que me parece, contemplo como posibilidad para cuando llegue mi momento, que espero tarde aún mucho, muchííííííííísimo en llegar:

“Cuando él muera,
tómalo y divídelo en pequeñas estrellas
y hará el rostro del cielo tan hermoso
que el mundo entero amará la noche
y no adorará al llamativo sol”.



¿Alguna vez has tenido un profesor que al explicarte algo, cuando no lo entendías, no se rendía?... ¿Que sabía que las lecciones más duras se tardan en aprender toda la vida?... ¿Que te enseñó la asignatura más importante, el sentido de la existencia? Pues ese fue Morrie Schwartz.

Y a quien pueda interesar un libro que es pura enseñanza, que no deje de leer “Martes con mi viejo profesor”.
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lunes, 19 de enero de 2009

Imprescindible elegancia de corazón

Tenemos la obligación moral ...
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de dejar un buen sabor de alma tras cada encuentro.

Ayer tuve la suerte de que me sucediera y se me legó una herencia infinita. Y creo, también de algún modo, haberla dejado yo.

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domingo, 18 de enero de 2009

Despedida

Inesperada e inevitable ...
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Perdonen si tampoco hoy sonrío demasiado.

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sábado, 17 de enero de 2009

¿Realidad soñada o sueño realizado?

¿Y si durmieses?
¿Y si al dormir soñases?
¿Y si en tu sueño subieras al cielo y allí descubrieras una extraña y bella flor?
¿Y si al despertar, encontrases la flor en tu mano?
Entonces ... ¿qué?


(Deepak Chopra) ... No, no, no, según me aclara Minotaurus el autor es "Cloridge". De modo que rectificación hecha.

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jueves, 15 de enero de 2009

De sólido a líquido



Amélie Poulain se derritió por cobardía. Otras, que no se llaman como ella, se hacen agua... por valentía. ¿Quizás la virtud se encuentre en el término medio? ¿O si hay que caer... preferible es que sea de lugares bien altos y al menos durante un instante sentirse como pájaro que vuela hacia el infinito? Alguien dijo que el único verdadero riesgo de la vida es no arriesgar. También escuché que a veces ganar es perder. Y en ocasiones... perder es ganar.



"Amélie", película mágicamente maravillosa en su principio, su durante, su final, su post-final. E incluso en su repaso, y repaso, y repaso...

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miércoles, 14 de enero de 2009

¡Ding dong!

Llaman a la puerta. Me asomo por la mirilla y veo que es el miedo. No me interesa su visita. Decido no abrirle y regreso a seguir disfrutando de una infusión con mis amigas Doña Tranquilidad y Doña Esperanza, compañía preferible harto infinito.

Volverá probablemente.
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Volveré, a no abrirle, seguramente.
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Quizás se cuele en algún momento. Si así sucede, ojalá logre echarle pronto.
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martes, 13 de enero de 2009

Mi blanca primera vez

"Corazón tan blanco" no es sólo el título de un libro de Javier Marías. Es algo más.

El viernes por la tarde, sentada en la sala de casa, quedé absorta contemplando un “universo personalizado” que vive en una de sus paredes y cuyos habitantes son Don Solete, la estrella Nicolasa y Sel (ene), con un lucero recién pescado porque es aficionada al deporte en cuestión, sólo que en vez de practicarlo en agua lo hace en aire; o para ser exactos en ausencia del mismo. Y fijando mi mirada en ellos plácidamente permanecí con la mente si no en blanco, casi...
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Acababa de ver una película de la que no soltaré prenda en este instante ya que se proyectará algún día en “La luciérnaga”. No fue por su temática, al menos de un modo expreso, pero tal vez imbuida un poco por ella, tras un largo tiempo, me acabó invadiendo una pregunta: “Si supieras que pronto morirías, qué te gustaría hacer?”. Y sin que apenas transcurriesen unos segundos una respuesta apareció: “deseo que me nieve. O al menos, en su defecto, ver de cerca nevar”.

Llegada a este punto tal vez convenga informar al respetable que pueda aparecer por estos lares, que ya conté en alguna entrada lo mucho que me gusta... “dejarme llover”; sin paraguas claro. El resto de la tarde lo viví inmersa en un extra de serenidad que no sé en realidad de dónde provenía. Creo que sencillamente me sentía, como suelo decir, “alegre”. Porque sí.

A la mañana siguiente me desperté temprano como de costumbre y tardé unas horas en encender el teléfono pues me autodenomino “una chica móvil de lo más inmóvil”. Que no vivo a expensas de él vaya, que puedo pasar -de hecho paso- varios días sin acordarme de su existencia y que incluso en momentos en que debiera llevarlo por seguridad, por ejemplo cuando voy sola a una cala poco o nada frecuentada, me olvido de cogerlo. Un desastre en resumidas cuentas en este aspecto, pero creo que todo viene por mi resistencia a sentirme “esclava” de un aparatito que sí, reconozco es al mismo tiempo una herramienta magnífica si se emplea como es debido. Lo dejo que me desvío...

Sonó la señal de un mensaje que me envió en la madrugada Jose: “Si te apetece pisar nieve este fin de semana, ya tienes chófer”. Naturalmente lo primero que pensé fue: “¿Esto es casualidad o causalidad?... ¡Esto es magia potagia indiscutiblemente! (eso, o que alguna forma de telepatía existe)". Huelga decir que mi alma, acompañada por mi voz dactilar, le contestó con un sonoro y mayúsculo: "¡¡¡ SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ !!!, ¿cuál es el plan?".

A medida que íbamos acercándonos se veían diferentes sierras nevadas desde la carretera y paralelamente en mi interior comenzaba a descumplir años, que no vida pues esa se incrementaba con cada kilómetro de recorrido. Y es que llevaba sin pisar nieve calculo que unos seis-ocho años, pero lo que no imaginaba es que al llegar... ¡¡¡estaba nevandooooo!!! Me da saltitos el que late en este momento al recordar las sensaciones experimentadas. Amenacé a Jose con ser pesada y darle unas cuantas (tropecientas) veces las gracias, como creo así hice pues son estos los regalos que más me llenan, máxime si llegan inesperadamente: los que “hornean” emociones positivas y las sacan calentitas del corazón, incluso en escenarios tan helados como en el que nos encontrábamos. Y lo que es mejor... que permanecen con esa temperatura cálida por años que pasen. Es más, creo recordar que lo primero que hice nada más bajar del coche fue darle un abrazo de pura alegría... y agradecimiento.

Vi los copos que caían con delicadeza; pude apreciar minuciosamente sus diferentes formas... ¡auténticas y efímeras estrellitas! Toqué la nieve... con los ojos cerrados, con los ojos abiertos. Toqué incluso su color... ¿es posible? Sí, lo es. La respiré. ¿La comí... o la bebí sólidamente? Y, aún compartiendo la experiencia, de un modo extraño, hacía ese paseo sola pues conmigo estaba esa otra yo que siempre me acompaña en momentos intensos y que en algún escrito anterior ya expliqué me hace vivirme "estando más allá del límite de las cosas"... e incluso de las personas por importantes que puedan llegar a ser para mí, por vinculada que pueda estar a ellas, por próximas a mí que se encuentren físicamente. Quiero decir que... todas esas sensaciones eran exclusivamente mías, intransferibles, y por más que las intente describir, pormenorizadamente, seguirán perteneciéndome y nunca lograré expresarlas con detallada exactitud.

Fue como regresar a los ocho años. Como si toda la ropa que me envolvía para aislarme del frío se tratase de un manto de auténtica inocencia que me cubría de pies a cabeza. Y empapada de belleza, porque esa traspasa al impermeable de trama más densa, descubrí que blanco + buena compañía + blanco = ¡inmensa alegría!, que después, a medida que se calma, deja un enorme poso de paz y enriquecimiento.

Sí, “corazón tan blanco”, además de un libro, es... fui yo este fin de semana. Le preguntaré a Jose si también sintió que el suyo se vistió de ese color. Y, por supuesto, desde aquí le digo una vez más... GRACIAS, mayúsculamente. El, mejor que nadie, en este momento sabrá por qué escribo así la palabra.



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jueves, 8 de enero de 2009

pon-ponnn, pon-ponnn, pon-ponnn ...

Hay personas a las que les agobia, literalmente, el latido de su corazón. A mí en cambio me gusta y reconforta. En la noche, cuando me dispongo a dormir, a menudo me sirve como nana. Meciéndome en él... mido su ritmo, lento, armónico, pero profundamente marcado y presente. Toma de conciencia... prueba irrefutable de mi signo vital: además de oírle, le escucho. Si encima me pongo tapones... el latido no forma parte de mí, el latido soy toda yo.
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Creo que es importante decir en voz alta “te quiero”. A un familiar, a la pareja, a los amigos, a un animal de compañía... Sí, es importante, no ya para los demás sino para uno mismo, vestir de palabras un sentimiento de tal calibre; al menos de cuando en cuando. Lo visualizo en este momento como... como cuando se lanza confeti. Querer, aparte de una responsabilidad, es en esencia una fiesta y arrojar papelitos de colores al objeto de tu amor simboliza la celebración de ese sentir, la alegría que representa en la existencia propia y conjunta. Pero hay que aprender a hacerlo, a sacarlo afuera, y no todos tenemos esa oportunidad... o capacidad. Opino que la educación emocional es una de nuestras grandes asignaturas pendientes, pero ya vamos dando pasitos lo cual es esperanzador. Honestamente debo reconocerme muy afortunada ya que pude ser alumna y a su vez algunas, poquitas, personas han llegado a decirme con una sonrisa e incluso un abrazo: me has enseñado a decir “te quiero”. Naturalmente recibí ese reconocimiento como un gran regalo ya que en mi ánimo no se encontraba el ir de “maestra”. Pero es lo que tiene mezclarse, interactuar... que vamos aportándonos nuestros conocimientos, e incluso desconocimientos, los unos a los otros.

Y hay tantos modos de expresarlo, además de recurriendo a la palabra hablada (dejando aparte en estas líneas a la forma más auténtica y verdadera: a través del “acto”. Tal como se refleja en un sabio refrán: “Obras son amores y no buenas razones”). Durante un tiempo a alguien se lo decía reproduciendo cerca de su oído el sonido de mi latido, siempre sosegado, hirviendo a fuego lento, con un ligero eco: “pon-ponnnnnnn, pon-ponnnnnn, pon-ponnnnn, pon-ponnnnn...”

Y todo esto viene a cuento porque cogí de nuevo uno de esos libros, compañeros de piso, a los que he doblado páginas por aquí, subrayado por allá en un color en la lectura inicial, en otro distinto en relecturas posteriores de pasajes... lo que, en definitiva para unos será mancillarlo y para otros, como yo obviamente, “vivirlo”.

Et voilà, tras pasearlo, la “huella” que dejé en su primera página.

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miércoles, 7 de enero de 2009

Circunstancias

Creo que fue Ortega y Gasset quien firmó aquello de: "Yo, soy yo y mis circunstancias". Sí, pero no. Desde mi interpretación personal matizo diciendo que "Yo, soy yo, y "estoy" con mis circunstancias", las cuales -al margen de la voluntad- para bien, para mal o para regular, a menudo tienen el poder de decidir presencias, ausencias ... ¡y tantas cosas más!
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De José Angel Valente se puede leer, en este lugar, a mano derecha: "Volví, nunca partí. Alejarme sólo fue una forma de quedar aquí, para siempre".

Hoy, yo, tomo prestadas sus palabras para decirlas en voz alta.

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