miércoles, 30 de diciembre de 2009

Los caprichos de la vida

Definitivamente este año me ha tocado ser Mr. Scrooge. Ayer se me apareció el espíritu de la Navidad presente, que da la casualidad es el mismo espíritu que el de la Navidad pasada. O más que aparecer... Doña Vida, ¿caprichosa?, nos situó el uno frente a la otra. Ni a posta... lo que me hace pensar que si yo creyera en lo esotérico aseguraría que los astros andan confabulando... ¿a nuestro favor?

Fue un encuentro muy natural. Me sentí bien. Creo que se sintió bien. Los cánones establecidos dirían que debiera haber ocurrido lo contrario. Pero ni siquiera hace un año mi comportamiento fue acorde a lo preestablecido. Y es que suelo poner las cosas fáciles, particularmente en las circunstancias más comprometidas... en los momentos más difíciles. No tanto porque lo merezcan los demás... sino porque lo merezco yo. A un nivel profundo, naturalmente, aunque eso me pueda reportar un supuesto “perjuicio” más superficialmente.

El ser humano tiene una tendencia natural al egoísmo... por la satisfacción de sus deseos. Se acompaña de poca paciencia y a menudo ese egoísmo conlleva daños extras o colaterales -las más de las veces para inocentes- que podrían evitarse, con sólo contener los impulsos iniciales que rigen nuestro comportamiento. O por lo menos "pensar"... sopesar posibles consecuencias. Lo dicho me sirve de introducción para referir que soy buena amazona de esos caballos salvajes que son las emociones. Que me subo a su lomo y suelo llevar las riendas. Aunque claro... más de una vez me han tirado al suelo antes de aprender a llevar el mando. Ahora... por más que me relinchen, las conozco, las reconozco... y soy la jefa.

A veces cuesta mucho trabajo. En ocasiones exige renunciar a lo que el ego reclama por encima de todo pero... posiblemente una vez has iniciado cierto camino ya no hay marcha atrás. Como quien se lanza a un precipicio... demasiado tarde si a mitad de la caída cambia de opinión.

Si con el espíritu de la Navidad pasada (o el de la Navidad presente) me hubiera comportado guiándome por lo primitivo de las emociones... ¿qué habría conseguido?... ¿Un seudoalivio inmediato?... ¿Cargar con unos cuantos kilos más "mi equipaje"?... ¿Entorpecer el sendero que sigo?...

En cambio, ayer, después de haber estado sentada frente a él, cuando me marchaba... no tenía ni un ápice de rencor que, precisamente, es lo que defenderían los cánones de marras debiera poblarme.
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Con la brisa acariciándome las mejillas, seguí dando pasos a medida que tomaba conciencia de las cosquillas que sentía en torno al que late... Sonriendo por dentro... sonriendo por fuera y, sobre todo, tan leve... tan ligera como una pluma...
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Quizás es que tenía el alma al aire... . :-)

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martes, 29 de diciembre de 2009

Mi bien más preciado... mi levepatrimonio

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Jamás imponer la propia presencia si no es deseada...
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y nunca mendigar la de otros que no quieran estar.
Mi dignidad.

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Aunque consta de algunas cositas más. O cosazas. Por supuesto... siguiendo siempre el lema de Carlos Cristos... bailando mientras suene la música... en la cuerda floja... sobre alambre de espinos... en un campo de césped... en la arena de la playa... en el asfalto... en nubes de algodón... donde toque. A ser posible con una sonrisa. ;-)

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lunes, 28 de diciembre de 2009

Y sigo sintiendo...

... de otro modo.
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Como si yo fuera el mismísimo Mr. Scrooge, el día 24 me visitó el espíritu de la Navidad pasada. Pero no se me apareció en persona sino a través del correo electrónico. Es de agradecer que optase por ese medio y me librase de un potencial ataque cardiaco... aunque no de una sorpresiva sorpresa.

Dado que inesperadamente se evaporó tras la Navidad pasada por voluntad y libertad propia -sin interferencia alguna de mi parte- en gran medida me resulta incomprensible que haya vuelto, aunque sea fugazmente. Más aún que se haya dirigido a mí con un apelativo que pertenecía en exclusiva al ámbito de intimidad en el que nos relacionábamos, y que él hizo estallase de súbito como una pompa de jabón... ¡ploffff!...
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Sin embargo, a diferencia del cuento original, no apareció para enfrentarme a errores que yo hubiera podido cometer en el pasado, pues tengo la certeza de que no los hubo de mi parte... ¡A mí que me registren... soy inocente! (especialmente hoy); todo lo contrario en realidad.
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Vino, casi de puntillas en apenas unas líneas, con un equipaje compuesto de deseos de paz, alegría, bienestar, fuerza e ilusiones sobradas para mí... Naturalmente se lo devolví como boomerang deseándole también lo mejor con sinceridad. Lo hice al más puro estilo Leve, si bien... ¡increíblemente breve!

Pero... ¿pensaría “mi visita” en algún momento... qué... cómo me sentiría al recibirla, si me haría bien? Probablemente no. Claro que probable no es sinónimo de seguro. Y me surge otro interrogante... ¿hasta qué punto tenemos derecho a despertar recuerdos dormidos en memorias que no nos pertenecen?

Aunque en abstracto soy muy preguntona, lo bueno... es que a medida que voy acumulando vida, ejem, VIDA, cada vez necesito comprender menos cosas... a menos gente. Preciso menos respuestas, por más que mi curiosidad siga siendo curiosa. Distinto es que las desee... muy distinto; y de ser así... tampoco con demasiado fervor.

No obstante sería positivo, generoso e incluso necesario que a la hora de actuar, especialmente cuando nos planteemos viajar desde el pasado a otras existencias de las que nos alejamos porque así lo decidimos, todos tuviésemos la lucidez que guiaba a Frodo Bolsón, de la que dejó testimonio por escrito tras finalizar su epopeya como portador del anillo de poder...

"¿Cómo retomar el hilo de una vida?... ¿Cómo seguir adelante cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible... que hay cosas que el tiempo no puede enmendar... aquellas que hieren muy dentro... que dejan cicatriz?...".
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Yo no sé si siempre será cierto que no hay regresos posibles. Tampoco si hay cosas que el tiempo no puede enmendar. Pero sí sé que algunas hieren muy, muy dentro... que dejan cicatriz. Y como ya sabemos... las cicatrices duelen cuando el “tiempo cambia”. Saltar en él... ¿acaso no es un “cambio”?

¿Vendrá también el espíritu de la Navidad presente... el de la Navidad futura? ¿Será la Navidad una excusa para hacer lo que no somos capaces el resto del año? No sé y no voy a especular. Seguiré caminando en este ratico que la vida me prestó a mi ritmo... A un ritmo lento que me permita observar con calma, disfrutar todo aquello... de todos aquellos que encuentre a mi paso y con lo que... con los que sea posible el gozo compartido...
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sábado, 26 de diciembre de 2009

Como siento... lo que siento

¡Ay qué contenta estoy!... ¿Por qué? Por mi maniática manía de tener “niñas” por doquier. Y no por afán de propiedad, que ya sabemos que uno no es ni de uno... sino de la vida. Tengo niñas, sí. Niñas... al margen de su altura, de su peso, de su edad. Pues... ¿qué es un número para el espíritu, el almita, el coraçao?
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Explícome: las plantas con las que vivo, son mis niñas verdes que las quiero verdes; mis sisters, son mis niñas familiares; mis compañeras de trabajo, mis niñas del laboratorio; mis danzarinas orientales, mis niñas del baile; mis vecinas de calle en la piscina, mis niñas acuáticas; mis niñas amigas, mis hermanas del alma; mis niñas del Super, mis niñas cajeras...Y por supuesto... mis niñas del blog, son mis niñas del país de las maravillas. Están Myriam, Ahimsa, Carlota, Carmen, Mia, Marie...
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Pero aquí también tengo niños, conste. Y como mis niños ya saben quienes son... ¿pa’ qué nombrarlos? ;-) ...
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Que no es que yo aspire a “poseer”, verán, sino que... si el roce hace el cariño, pues el ciberespacio hace el leve-roce y en consecuencia a veces una da saltitos a ritmo del que late...
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Y si a alguien del respetable le molesta... ¡aaaaah se sienteeeee!, porque precisamente lo que sucede es eso, que se “siente”...
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jueves, 24 de diciembre de 2009

Levecena de Nochebuena

Por fin he elegido el plato estrella para la cena de esta noche. Dejo la receta por si alguien se decide a cambiar el menú previsto. De lo más tradicional... que es fecha pa' eso, así que opto por un avecita de corral. Prepararé un "Pavo al whisky".
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Ingredientes:
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-Un pavo de unos 3 kilos.
-Una botella de whisky.
-Unas tiras de panceta.
-Aceite de oliva virgen.
-Sal y pimienta.
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Elaboración:
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Paso 1.- Rellenar el pavo con la panceta, atarlo, salpimentar y echarle un chorrito de aceite de oliva.
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Paso 2.- Precalentar el horno a 180 grados durante 10 minutos.
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Paso 3.- Servirse un vasito de whisky para hacer tiempo.
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Paso 4.- Meter el pavo en el horno.
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Paso 5.- Servirse otro vaso de whisky, bebérselo y mirar al horno con ojos ligeramente extraviados.
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Paso 6.- Boner el terbostato a 150 grabdos y esberar veinte binutos.
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Paso 7.- Servirse otlo vaso... o bejor... dos vasos...
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Raso 8.- Al cabo de un drato, honir el abro bara condrolar y echar un chodretón de pavo al whisky y odro de whisky a uno bisbo.
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Traso 9.- Darle la vuelta al babo y quebarse la bano al cerrar elorno... ¡¡¡"bierrrda"!!!
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Laso 10.- Intentarrr sentarrsse en un asilla y servirrsse unoss chupitoss bientras fasan los binutos.
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Paaasssoo 11.- Retirar el babo del borrrno y luego, regogerrlo del suelo con un brapo, empujándolo a un plato, bandeja o ssimilarr.
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Peaso 12.- Romperse la crissma al resfalar en la grassa.
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Fraso 13.- Indendar lebandarse sin soltarr la vodella y dras vatios indendos decidir que en el suelo sestá de gojones; u ovadios, clado.
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Brdaso 14.- Apburar la potella y adrastrarse asta la gama. Dormirse.
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Paso 15.- A la mañana siguiente, tomar abundante café para el inexplicable dolor de cabeza, comerse el pavo frío con un cazo de mayonesa y el resto del día dedicarlo a limpiar el estropicio organizado en la cocina.
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miércoles, 23 de diciembre de 2009

¿Más vale tarde que nunca?

La navidad tiene la facultad de hacer que experimente todas las modalidades cinéticas-energéticas humanas. Por razones varias que ahora no mencionaré, un año me encanta, otro la detesto, alguno me resulta indiferente... También puede ocurrir que se mezclen las distintas energías y la viva "mitad-mitad", o "cuarto y mitad"...
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Hoy, 23 de diciembre, sigo preguntándome... ¿lo pongo, o no lo pongo?..
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¡EL LEVE-ARBOL DE NAVIDAD CLARO!
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Que como se puede observar es tan, pero taaaan leve... ¡que flota en el aire! Por tanto... ¡es mágico-potágico! Bueeeeeno, de acuerdo, lo confieso: el leve-árbol está cosido con hilo invisible (de plástico transparente vaya) y grapado al techo, que lo sostiene. A su vez las grapas son "tipex-adas", pa' camuflarlas. Así que si no te fijas... ¡cuela que levita!, je. Suele ser divertido ver la expresión de la gente que se topa con él por primera vez.
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Y de ornamento... únicamente (menos es más, ¿no?) un "pajarillo del alma", o mariposa mismamente. Marisopla también se acepta como animal de compañía :-) , aunque su verdadero nombre es "Ella". Ya la presentaré un día de estos. O de aquellos. O de esos de más-más allá...
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¿Qué opina el respetable... lo pongo, no lo pongo...?... Eso sí, algo más "planchadas las hojas".

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sábado, 19 de diciembre de 2009

Misterio ancestral

Siempre que escucho ciertas melodías, ciertos cantos... extrañamente me encuentro en ellos... sin buscarme. Me hacen recordar, de un singular modo al que no soy capaz de vestir con palabras o perfilar con la razón, que ya estuve aquí... o allí; que "fui".
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Que, de manera intermitente, he nadado varios océanos de tiempo en la vida. Que marcho... pero regreso. Que mi cuerpo es joven... pero anciana mi alma. No estoy pensando, al hablar de ello, en una hipotética “reencarnación”, pues nada sé. De hecho no lo puedo pensar, sólo sentir. Lo percibo como latido de pertenencia a un origen que desconozco, pero cuyo eco resuena en la lejanía...

Sé que los “cánones establecidos” determinarán esta confesión como “locura”, o “disparate”, o “tontería”, o "fantasía", o... Pero eso no evitará que siga sintiéndolo... acrecentado si cabe a medida que pasa el tiempo... este tiempo que me ocupa ahora...
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Especialmente cuando suena música... milenaria... del espíritu.
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viernes, 18 de diciembre de 2009

Una ¿sola? voz

Ya han empezado las vacaciones navideñas en danza oriental. Una de mis profesoras, Rocío (encantadora a todos los niveles), no podía darnos la última clase del trimestre pues la muy suertuda hace unos días partió hacia Egipto, para bailar con la compañía madrileña de Nesma “Al-Andalus”. ¿Escenarios de las actuaciones? La mismísima "Biblioteca de Alejandría" y también un palacete, según nos contó. ¡Cuánto me alegro por ella!... y cuánta envidia siento por mí, je.

Estaba previsto que otra profesora de oriental la sustituyera pero algo se lo impidió finalmente. Sin embargo la clase no se anuló. Diría incluso que se “expandió” ya que tremenda y enriquecedora sorpresa nos llevamos las pocas alumnas que fuimos.

Estela, la profesora de Pilates, a quien no tenía el placer de conocer sino apenas intuir por haber coincidido con ella alguna vez en la piscina, se encargaría de suplir a Rocío con una... “improvisación”.
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En un ambiente de luz tenue e incienso volátil, nos pidió que sin calzado nos colocáramos de pie, que formásemos un círculo y que nos cogiéramos de las manos cerrando los ojos. Comenzó entonces a sonar una melodía que identifiqué de inmediato y que me arrancó en voz alta un emocionado: “¡Oh!... una de las piezas de la banda sonora de mi vida!"...



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Estela hablaba... nos invitaba a ir relajando el cuerpo, la mente... a enlentecer la respiración de manera gradual, a tomar conciencia del “aquí y ahora” que nos ocupaba... a “flotar”. Nos guiaba a un lugar de serenidad incitándonos a soltar cargas, a aligerar la mochila personal de lo que es cotidiano, de lo que no... a conectar con la tierra, con el cielo, con nosotras, con los otros... hasta callar en los últimos minutos de la melodía. Cuando cesó la profunda voz del maravilloso contralto que brota de la garganta de Lisa Gerrard... pidió que abriésemos los ojos, cada una al ritmo que su propio ser-estar lo requiriese... sin prisa... incluso sin pausa.

De las ocho mujeres que allí nos encontrábamos ninguna emitió sonidos; estaban de más porque hay ocasiones en que el silencio lo dice todo. Pero sí nos mirábamos con calma a los ojos, que parecían presas a punto de desbordarse por el caudal de lágrimas que contenían. Lágrimas de agüita pura que nos limpiaba el cristal por el que se asoma el alma... y por el que a ella se asoman. Al mismo tiempo en cada boca se dibujaba una casi imperceptible sonrisa. Podría decirse que compartíamos un lenguaje ajeno a la palabra hablada... que nuestras voces mudas confluyeron en una sola que nos hermanó... que contactamos desde los adentrados adentros y que nos invadió un sentimiento fraternal que dudo logre describir con exactitud...

Mirarnos era como decir: “Hola, estoy aquí, frente a ti... frente a mí... sin muros de protección, sin barreras, sin “egofronteras”, sin pasado, sin futuro... para darte y darme la bienvenida a este encuentro de esencias humanas, porque tú eres yo y yo soy tú...". Mirarnos... para vernos. Esa era la autenticidad... la única realidad del instante... la que debiera ser siempre.

A lo largo de la clase hubo abrazos, porque sí. Besos... porque también. Danza libre. Caminares en soledad, en compañía, sonrisas cruzadas. Roces de manos. Sin pudor, sin parapetos, sin obligaciones... sacudiéndonos las unas a las otras lo sobrante, como si nuestras manos fuesen ese otoño perdido que cuando está presente provoca la caída de la hoja de los árboles... para renovarlos.

“Biodanza” la llaman y comprobé que, aunque apenas dimos unos pasos de puntillas por su territorio, permite sentir la VIDA pues fundamentalmente es una celebración de ella... por ella... con ella. Una fiesta musical que utiliza como instrumentos el cuerpo, el alma... la risa, el abrazo, el contacto sincero, tierno y generoso con el otro y con uno mismo... con esa VIDA que de puro verdadera... se vuelve mayúscula a partir de lo minúsculo.


Mmmmmmm... al recordarla, de nuevo me recorre por entero esa cálida energía experimentada...

Quizás, después –o antes- de todo, sí sea cierto que... somos uno con el universo.

Quizás, antes, durante y después de todo, sí sea cierto que el “amor”... es lo que mueve el mundo.

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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Flora y fauna (pre)navideña

Producciones “Leve National (en el) Geographic” presenta... “Durante y después de un almuerzo navideño de compañeros de trabajo”.

Viernes 11 de diciembre, 15:30h. Entre aperitivo, comida, postres, café... tres horas largas pasamos en el restaurante elegido para el evento. Un menú de degustación selecto. Todo rico, rico, riquíííísimo, con el añadido de que estamos verdaderamente contentos y, obvio, se respira en el ambiente.

Generalmente tras la comida me retiro a mi hogar dulce hogar, por lo que –salvo que haya olvidado alguna excepción- hacía mil años que no visitaba un bar de copas; al menos el de moda modísima. Aunque sí que intenté en anteriores ocasiones prolongar un poco más la celebración. Pero al abrir las puertas del local escogido... me topaba con una multitud, un exceso de decibelios que casi obliga a hablar por señas, humo, humores y demás... que me hacían desistir de inmediato y ni siquiera llegaba a entrar.

Sin embargo, posiblemente debido a que el año pasado no asistí a la comida por causas ajenas a mi voluntad, tenía cierta necesidad de resarcirme así que, cual LeveIndiana Jones, decido lanzarme a la aventura; independientemente de los peligros con que me tope (asumirlos forma parte del oficio de... “reportera más dicharachera”).

A la zona de marcha aquí se le llama “Centro”. Y como ya estamos en el susodicho no hace falta ir, je. Al cruzar el umbral de “Geographic” (nombre del bar en cuestión) hay relativa suerte: la distancia entre individuo e individuo (o individua, claro) supera los diez centímetros cuadrados de espacio... pa’ que corra el aire. ¡Bien, podré hasta bailar!... medio desplazándome; pienso para mis adentrados adentros. Asimismo el humo reinante no convierte –aún- el lugar en London, y la música está a fuerte volumen sin reventar los tímpanos –también aún, pero tardará poco en cambiar-, ni obliga –todavía- a los órganos internos a bailar una sardana por las vibraciones que escapan de los bafles. En paralelo, por las miradas que lanzan los machos a nuestro paso y por los sonidos guturales que fluyen de sus gargantas, parece que la especie a estudiar por la experta en levezoología será el Homo sapiens, pues es la que predomina. ¿Sapiens?... ya veremos, ya veremos, no adelantemos conclusiones. Si puedo asegurar en este momento que la mayor parte de machos y hembras son adultos, con edades mediando en la franja que va de la treintena a la cincuentena. Matizo que en mi grupo hay varones y por ende podrían tratarse de nuestros “parejos”, pero al resto le da igual porque... ¡es Navidad y todo vale!

Primeros interrogantes: ¿No se supone que hay más mujeres que hombres en el mundo?... ¿Y por qué aquí es al revés? Ya sé... las mamás vuelven a sus casas, para cuidar de la prole, tras la comida. Pero los papás siguen la fiesta... ¿y el intento de caza?... digo ¿el ritual del cortejo?... ¿Va a ser que seguimos como en la época de las cavernas, pero con los roles disfrazados, o si acaso ligeramente modificados aunque firmes en su base?
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Me paso gran parte del tiempo como bola de billar (recurso este aprendido en mi época moza en la que... ¡el patio estaba mal pero no tanto!) desplazándome de esquina a esquina, pero evitando el choque –incluso el mínimo roce- con alguno de los machos alfa, o beta, o gamma... de las diversas manadas distribuidas en la geografía selvática en la que me encuentro. Por un momento me creo Sigourney Weaver interpretando a la naturalista Dian Fossey en un remake de “Gorilas en la niebla”. Con la diferencia sustancial de que en realidad yo NO quiero preservar a las distintas poblaciones de especímenes, sino que deseo que lleguen los furtivos y me quiten de encima a tanto pesado gorila dominante (aspirante en realidad) que circunda prácticamente a toda hembra que detecta, intentando –sin éxito en la mayoría de ocasiones- aparearse. O lo que es peor, reintentando. En cualquier caso... la circunstancia no impide que esté disfrutando de lo lindo, ya sea sola en mis bailes, o en bailes con mis compañeros-as, o con mis compañeros-as sin baile de por medio.
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Tengo necesidad de ir al tocador... (¡uy qué cursi!)... al servicio quiero decir. Debo atravesar tooooooodo el bar, pues se encuentra en la entrada. A mi regreso, en mitad del trayecto, surge al frente un pulpo de especie enana (¿molusco minúsculo?... conste que no por la altura externa -aunque sea bajito- sino por la interna), que abre sus tentáculos de par en par con la evidente intención de rodearme para –supongo- apretarme el body y besarme ¿en las mejillas? (sobarme en resumidas cuentas), mientras de su pico sale un: "¡Feliz navidaaaaadddd!".

Lo que no sabe el octópodo es que a quien ha elegido como presa no es cefalópoda sino sirena y en consecuencia más resbaladiza que una anguila. Pero esta vez no me zafo, sino que le planto cara, digo cola, le trinco los brazos y le echo p’atrás con un: “¡Quieto paraooooo!... ¿qué crees que vas a hacer?”. Justo en ese instante percibo que algo se ase con intensidad a cierta parte de mi anatómica anatomía. Mi esternón siente una gran opresión y en mi interior escucho ipso facto palabras de dudosa reputación sonora (vamos, un...¡MALDICION, RAYOS Y CENTELLAS!... a lo bruto e irreproducible aquí por grosero de más), pero respiro profundo, me giro y pregunto expresamente (alto, claro y con voz de poco, ejem... nada amiga): “¿QUI-EN ME HA TO-CA-DO EL CU-LO?”.
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Peeeeeeero, como buenos cobardes patéticos, los tres pulpos que hay a mi espalda -séquito del pulpoliliputiense- ponen cara de no haber roto un plato en su vida... digo de no haber agarrado a traición y por la espalda un glúteo (literal) a una fémina desconocida en su vida. Dado que no contestan les dejo un mensaje a los cuatro amigos (más alto y claro aún que la pregunta): “SI HUBIERE UN SEGUNDO INTENTO... LA CORTO. LO QUE NO DIGO ES SI LO QUE CORTO ES LA MANO...”. Lo triste es que tienen pinta de... "normales”. Y seguramente también tienen a la... “familia” en casa. Más triste aún.

El desagradable episodio me toca las gónadas cambiándome el humor y por fin llego donde está mi gente.

- Andrés... me acaban de tocar el culo. De agarrarlo en realidad.
- Y más que te lo van a agarrar...
- ¡Ay qué mayó estoy pa’ según qué!... Estos sitios están peor que cuando los dejé hace mil años. ¿Es siempre así o se trata de un “especial de Navidad”?
- A altas horas de la madrugada suele ser el ambiente reinante. Pero hoy se adelanta el reloj porque coinciden muchas comidas de empresa y ya sabes, la sobremesa, las copitas...

Julia, mi amiga-jefa, habla con Andrés de mí pero no entiendo qué dicen. Sueltan algo parecido a que si me pillaran a las seis de la mañana me devorarían... Creo incluso escuchar entre los –ya sí- tropecientos decibelios algo como que los machos (alfa, beta, gamma...) me consideran carne fresca por no ser habitual o parroquiana. ¿Cómorrrr? ¡Pero si pa’ curarme en salud me he vestido de colegiala!, o así me ha etiquetado el propio Andrés. Muy mona (que no gorila, ¡eeeeehhh!) eso sí, pero colegiada al fin y al cabo. Entonces no quiero ni pensar si hubiera elegido un modelo muhé-muhé y entaconá... ¡Ains de la que me libré!... ¿De la que me libré?

Opto por olvidarme de los animales marinos y sigo pasándomelo bien. En un giro bailongo observo como un ave rapaz estrigiforme (uséase nocturna y solitaria ella), a la que inicialmente había confundido con una babosa por expresiones varias de su faz así como por sus movimientos, que ha estado soltándome graznidos varios y persiguiéndome con afán de apareamiento, ha encontrado una hembra con el mismo nivel de celo y están al punto de la cópula (también literal). ¡Madre del amor hermoso qué arrebato de pasión carnal desenfrenada!
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Contenta desvío la mirada pensando: "¡Una garra menos!" y también me pregunto: "¿Pero qué (...) hago yo aquí?". Comienzo a elaborar la conclusión final. Documento lo relatado desde la leveperspectiva de quien no bebe “alcohol duro” (otra cosa son los vinitos del almuerzo, ya algo más que metabolizados y eliminados dadas las horas transcurridas desde la ingesta), con el despeje que eso representa sobre la mayor parte –si no totalidad- de individuos-as que me rodean. Aunque naturalmente hay quien insiste –concretamente un compañero, muy majo él- en que tome al menos una copa. “¿Qué parte del "NO" no entiendes?”, le digo... Con lo feliz que le hace a mi gaznate el “Nestea”. ¿Por qué cuesta tanto comprender a algunos-as que se pueda estar en un bar de copas sin tomarse una... de alcohol?

Llegada a este punto estimo que mi criterio no se equivoca al determinar que, en resumidas cuentas, el lugar no es otra cosa que una auténtica jungla lleniiiiita de depredadores.

O lo que es lo mismo, pero botánicamente hablando, un campo sembraííííto de... capullos que no florecen .

No obstante hay trabajos doblemente enriquecedores, como ha resultado ser este. Además de permitirme pasarlo muy bien (al margen de la constante fauna a espantar en “Geographic”) con mis compañeros fuera del entorno laboral, este rodaje me ha hecho recordar con detalle las razones de porqué dejé de ir a los bares de copas, incluso puntualmente. Al mismo tiempo me reposiciona en mi habitual actitud y tras la cena que tengo el próximo viernes con mis danzarinas orientales... va a “seguir la juerga” Rita la cantaora. Diecisiete mujeres, hágase cargo el respetable... ¡menudo reclamo!

Así pues... bares de copas de moda... ¡hasta dentro de dos mil años! ¿Opinión sobre la mayoría (mayoría es distinto de totalidad) de los componentes del género masculino? Valgo más por lo que callo que por lo que hablo. Dicho lo cual... me consta que posiblemente con esta entrada me granjee alguna antipatía a partir de ahora, pero... así fueron (son) las cosas, así las hemos contado.

En realidad no me resisto a un apunte: es una pena, penita, penaaaa, penaaaa, penaaaaa de mi corazóóóóón, que me corre por las venas, penaaaa, lo mismito que un ciclóóón... que haya tanto varón que piense con la cabeza que no lleva precisamente sobre los hombros. ¿Sapiens? Pues sí... pero no.

Menos mal que también existen otro tipo de hombres... aquellos que lo son, de verdad. ¡Aunque parecen estar en vías de extinción! Son tan poquitos los ejemplares que quedan...
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© Copyright LeveNational (en el) Geographic, 2009. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este documento, por cualquier medio, sin el previo y expreso consentimiento de la autora. . :-P

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domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi tenor preferido

Para acceder al edificio en que vivo hay que pasar por un parque. Estaba vacío al regresar a casa esta noche, pero se escuchaba a alguien... a mi tenor favorito. Me he sentado y me he deleitado largo y tendido con su música, que siempre me dibuja una suave sonrisa; sobre todo en mi interior.
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Desde que tengo uso de razón me gustó su canto... me sabe a noches de verano, a plenilunios, a arrullo marino, a infancia, a paz...

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Y cuando canta, incluso siento que dentro de mí todo se vuelve más blandito... como si se esponjara.... ¿el corazón?

Cri-cri...cri-cri...criii... cri-cri... criiii... cri-cri...cri-cri... ¡Qué privilegio... una serenata sólo para mí!

Con su eco, que hará las veces de nana, voy a entregarme a los brazos de Morfeo.

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sábado, 12 de diciembre de 2009

Levemariposas en el estómago

Siempre me ha fascinado el modo en que las emociones hablan con el cuerpo.

La ira crea una bola opresiva a la altura del esternón que crece y crece al punto de creer que va a estallar de un momento a otro...
El miedo genera tensión muscular, escalofríos, altera respiración y ritmo cardiaco...
La tristeza provoca cansancio, lágrimas...
La sorpresa paraliza momentáneamente...
La alegría dibuja una sonrisa, inyecta una dosis extra de energía...
La aversión da lugar a náuseas...
El amor... el amor hace que aleteen mariposas en el estómago... justo lo que me está ocurriendo.
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Empiezas a bailar con un desconocido cada semana y sucede que encajáis algo más que bien en los movimientos...
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Habláis... reís... poco a poco os acercáis y te das cuenta de que esperas con ilusión a que llegue el próximo domingo, no solamente para bailar de nuevo. Quieres, además, estar con él... ¡ops!... Sí, damas y caballeros, ya no es sospecha sino certeza: me estoy leve-enamorando...
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¡de . D. TANGO!
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¿O qué creía el respetable?, je. Lo extraordinario es que parece que soy correspondida en mis levesentires (y/o mariposillas). Y lo mejor es que... ¡hacemos una pareja estupenda! Se nos ve de un elegante que pa' qué...
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Ahora... daré puerta a D. Mar, que se pasa todo el tiempo siéndome infiel con unos y otras. Y miren que se lo digo: ¡que no se puede estar en misa y repicando, pol dio!

Aunque pensándolo bien... me quedo con él en días laborales y a D. Tango le disfruto en fines de semana. Ale... con alevosía (y agonía).
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lunes, 7 de diciembre de 2009

¡Ops... levesorpresa!

Creo que me vuelve a ocurrir...
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domingo, 6 de diciembre de 2009

La familia aumenta... de nuevo

... sí Leve, yo decir y tú no entretenerte, que tener que ir a clase de tango...
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Yo presentarme. Ser nuevo compañero de piso de Leve. Ella no poder quedarse, pero decir antes de marchar que estar bilocando o algo parecido que yo no entender bien. Añadir que no ser necesario que diga mi nombre, que saltar a la vista y que seguro el respetable sabrá adivinar-adivinanza...

Parecer buena chica Leve, aunque a veces decir cosas raras. O muy raras. Pero yo estarle agradecido por salvarme de miembros de mi tribu, que querer cortarme la cabellera. Ella decir que yo recordarle a cuando ser “Montaña nevada” y que no poder permitir que otros hacerme daño. Yo creer que ser suficiente con estas palabras, no dominar el idioma...

¡Hau!
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jueves, 3 de diciembre de 2009

La escafandra y la mariposa

Abres los ojos... y te rodean varias personas que no reconoces. Te miran... hablan entre sí, como si no estuvieras presente. ¿Dónde estás?... Algo extraño sucede pero aún no aciertas a comprender qué. Intentas hablar pero de tu boca no sale una palabra. ¿Qué ocurre?... ¿Quién es toda esta gente?... ¡Eh!, ¿pero qué me hace?... ¡déjeme en paz!

¿Diagnóstico?... o sentencia: una extraña dolencia llamada “Síndrome de cautiverio”... fulminante e irreversible. Tu mente funciona perfectamente. Tu cuerpo... queda sujeto a una parálisis completa a excepción del parpadeo del ojo izquierdo. Nunca más hablar, nunca más caminar, nunca más respirar sin ayuda mecánica, nunca más bailar, nunca más saborear una fresa, nunca más acariciar, nunca más besar, nunca más... ¿todo?
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Eso es lo que sientes... lo que ves en la primera parte de la película. Y lo ves porque está rodada con "cámara subjetiva". Recurso cinematográfico este que te aproxima al protagonista al punto de creer que la experiencia es tuya; salvando las distancias, obviamente. En la escena no aparece sino lo que él ve, acompañado por la voz de su pensamiento, que por empatía pasa a ser en amplio porcentaje el del espectador, llegando incluso a percibirse la oclusión de su ojo derecho...
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“Le Scaphandre et le Papillon” es la historia de Jean-Dominique Bauby, redactor jefe de la revista francesa “Elle”, que sufrió un accidente cerebrovascular a la edad de 43 años. Después de permanecer en coma durante un tiempo, despierta completamente paralizado. Salvo mover un ojo... nada puede hacer físicamente mediante su voluntad. Pero... tal y como era hasta el fatídico momento, sigue ahí... en algún lugar dentro de la prisión en la que se ha convertido su cuerpo.

Sólo aparece un hombre de relevancia: Jean-Do. El contrapeso lo ponen las mujeres. Está aquella a la que amó en el pasado y que es madre de sus hijos; la que, leal, permanece a su lado cotidianamente. Está la que no está precisamente, frenada por su debilidad... por no soportar verle de ese modo; la mujer a la que ama en el presente y por la que siente infinita “saudade”. Están la terapeuta y la logopeda del hospital que le enseñan un código consistente en identificar letras del abecedario a través de guiños, que le permiten comunicarse con el exterior y alejarle de la soledad sonora que le invade inicialmente. Está la asistente... con quien, a base de paciencia inusitada, logra escribir un libro autobiográfico de su experiencia que más tarde se publicaría. Están, sí, las mujeres que colaboran a que su mundo no se constriña a la reclusión de un envoltorio inerte.

En un sentido la película es demoledora pues la enfermedad siempre es triste por lo discapacitante, lo doloroso, lo degenerativo, lo mortal... que lleva aparejado y que denigra en ciertos aspectos. Desprecia, en resumen, a la vida. Sin embargo en paralelo es tremendamente reveladora y no pocas veces da lugar a momentos de BELLEZA mayúscula. Cierto es que cualquier enfermedad puede remover lo peor del individuo que la padece y hacer que aflore, que incluso estalle a su alrededor. Pero al mismo tiempo muestra y potencia capacidades inauditas que engrandecen al ser humano hasta límites insospechados. Eso le sucedió a Bauby, interpretado magistralmente por Mathieu Almaric. Y procede aquí reseñar la pequeña incursión del impresionante Max Von Sidow, haciendo el papel de su padre.

El título responde a la metáfora que gobierna la historia. La escafandra... su pesado e inmóvil cuerpo que le apresa, le derrumba... le hunde y le pierde en la oscuridad abisal. La mariposa... su espíritu que libre vuela a lomos de su imaginación y su memoria, escuderas frente a la desesperación y el pesimismo... Acicates para la alegría de vivir... “a pesar de”...
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Finalmente... tras saltar de la rebeldía a la aceptación, de la angustia al consuelo, de la tragedia a lo cómico... Jean-Do, que antes del accidente había llevado un frenético y superficial ritmo existencial, descubrió que tenía alas para elevarse por encima de su limitada realidad física... que bastaba desplegarlas y volar, volar, volar... asistiendo así al renacimiento que sigue a la metamorfosis.

En definitiva... lo que la película intenta expresar no tiene que ver con vivir o morir. Va más allá. Quizás podría decirse que pretende plasmar algo que es imposible reflejar gráficamente de manera exacta: el alma humana. Eso es, desde mi leveperspectiva, “La escafandra y la mariposa”. Y también... una invitación a la GRATITUD constante y consciente pues por más que logres acercarte al periplo del protagonista... sabes que tú sí puedes hablar, caminar, respirar, bailar, saborear una fresa, acariciar, besar...

La pieza musical que me acompañó cuando me asomaba al universo de mi cortina forma parte de su banda sonora. Y el eco de su melodía me pide que vuelva a verla. Y también este recordatorio escrito me anima a que de nuevo le cante a la vida de la mano de Jean-Dominique Bauby, otro hombre que como Carlos Cristos le puso alas y voló hasta el confín del firmamento... que no es sino su propia esencia... nuestra propia esencia...
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