domingo, 28 de noviembre de 2010

jueves, 25 de noviembre de 2010

De Adanes y Evas

La mujer nació de la costilla del hombre.
No de los pies, para ser pisoteada.
Ni de la cabeza, para ser superior.
Nació del costado para ser igual,
debajo del brazo para ser protegida
y junto al corazón para ser amada.

De las 64 (¡¡¡64!!!) mujeres muertas a manos de sus compañeros o excompañeros sentimentales en lo que va de año, 5 (¡¡¡5!!!) han sido asesinadas en la provincia de Almería. Como reconocimiento para que su memoria no muera en el olvido, como símbolo de libertad, esperanza y fuerza que deben tener las víctimas para acabar con la situación de miedo y malos tratos que padecen, la asociación de “Mujeres en Igualdad” de mi ciudad ha plantado un árbol por cada una de las fallecidas. No serán sólo una cifra más. Su recuerdo crecerá hacia el cielo a la par que lo harán las ramas nutridas por la savia de la vida. Hacia un futuro que ya no podrán alcanzar en forma humana, desde el presente quedan ancladas sus raíces en el parque “Gloria Fuertes”, la misma que escribió…



Si te sientes como una bayeta
como una colilla
como una cáscara,
no riegues tu tristeza.
No existe tu fracaso
(¡el fracaso es el suyo!)
el del que te usó para limpiarse
y te tiró como bayeta vieja,
el que aspiró tu energía,
te disfrutó y pisó, como a colilla usada;
el que mordió tu fruto
y tiró lo que quedó de ti
la monda y lironda cáscara de terciopelo.
Si eres bayeta,
colilla
o cáscara
¡siémbrate en ti!
Y vuelve a florecer en un cuadro,
en un poema,
o si cáscara,
en el manjar de un niño hambriento.
(Así hice yo)



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lunes, 22 de noviembre de 2010

Leveunidad de medida

La vida es demasiado grande...


para que resulte pequeña.

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domingo, 21 de noviembre de 2010

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Oficina de palabras perdidas

Me han hecho un regalo. Un regalo que no esperaba. Un correo electrónico. Lo ha escrito una persona, vinculada a alguien con quien compartí cotidianeidad laboral durante un tiempo. La conocía sólo de vista, de haber coincidido brevemente en un par de ocasiones... “buenos días”... “hola”... “adiós”, poco o nada más intercambiamos.

A Forrest Gump su madre le decía: “La vida es como una caja de bombones; nunca sabes lo que te va a tocar”. Así que caprichosa ella, quiso que hace un par de años me cruzara de nuevo con esa persona, a la que llamaré “Nuevo horizonte”. ¿Por qué? A bote pronto nada hacía sospechar que Nuevo horizonte llevaba varios lustros recorriendo un sendero de esclavitud, de perdición... y que se encontraba tocando fondo; que lo que en apariencia parecía una vida normal no era sino un laberinto oscuro del que no podía... quería salir y que a la par le hartaba sobremanera. Su particular bajada a los infiernos. Y es que una cosa es la fachada de la vivienda humana, otra sus interiores.

Entonces, sí hubo comunicación, no únicamente saludos corteses. Una comunicación auténtica, con sustancia, ya sin su vinculante de por medio. Sólo Nuevo horizonte y yo. Unos pocos encuentros en los que no hice más que escuchar con los ojos y abrir bien los oídos, al tiempo que le conté, un poco, cómo estoy o intento estar yo en el mundo. Mostrándole, al parecer, que existen otros posibles modos de vivirse alcanzables, aunque cueste trabajo... esfuerzo lograrlo, pues como decía Friz Perls: “Sufrir la muerte propia y renacer, no es fácil”. Y le entregué un libro. Y me despedí con el sincero deseo de que encontrase su propio camino, el que fuera que le recondujese al punto de paz y bienestar a que cualquiera aspira.

Ahora, en ese regalo me cuenta que acaba de cumplir un año dando pasos firmes e ininterrumpidos por un espacio de libertad, construyendo y reconstruyendo una vida más consciente que se va enriqueciendo poco a poco. Que va creciendo. Y piensa que, de una extraña manera que no alcanza a comprender, tuve que ver en el hecho de que tomase la decisión de... buscar, verdaderamente y no a modo de tentativa, un nuevo horizonte... y quedarse en él de manera definitiva.

Me emocioné profundamente al leer su correo. No por vanidad pues ni siquiera creo que realmente yo tenga que ver en su proceso, como indica. Pero es, ante todo, hermoso que alguien recupere una vida que iba perdiendo... que se le escapaba entre los dedos. Añadió que escribe cartas que se publican semanalmente en un periódico local y me invitaba a que me asomase a la próxima entrega. Lo hice y juraría que allí estaba su propia historia, disfrazada, que concluía celebrando pacíficamente, desde el corazón, compartiendo como deseaba y con quien deseaba, el primer aniversario de una vida que se va tornando plena. :-)

Si algo le di, ahora me lo devuelve en un momento de dudas y me refuerza el hecho de que siempre he pensado que sí... que sirven algunos gestos... esos que, diminutos en la mayoría de ocasiones, sacrificados en otras, llevan intrínsecos la búsqueda de una mejora del mundo, o como mínimo evitar que empeore. El deseo de un modo más noble de existencia humana, llevado a la práctica. ¿Gestos... justos?

Mirar a los ojos a la gente cuando se saluda... preguntar a Doña Paca cómo está su marido enfermo de Alzheimer y qué tal lleva ella la situación... retirar ese cristal que hay en el suelo para evitar que alguien que camina despistado se corte, e incluso... ¡montar un operativo ilusorio con Protección Civil al rescate para que recoja vía zodiac a un hombre que se ha caído bajando la montaña y tiene el tobillo como un paquidermo de pura hinchazón que a ver de qué modo va a volver a subirla si cojea más que respira! ;-P

Y sonreí, desde y hacia lo más hondo de mí... como en una oración, también celebrando un acto íntimo, dando gracias a la vida casi… casi desde cada célula de mi ser. Sintiendo que la gratitud es precisa... y preciosa, que es un bálsamo para el alma. Y cuanto más profunda... más reparadora y estimulante resulta.

Naturalmente, he ido a la oficina de palabras perdidas, como hizo previamente Nuevo horizonte, y junto a esto... (¡vaya no funciona enlazar desde aquí!, así que toca dejar la dirección enterita)...

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(¡quédense hasta el final-final!... que ahí está lo más importante) le entregué la mía: “Gracias”.

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viernes, 12 de noviembre de 2010

Servicio comunitario

Un día, un florista fue al peluquero a cortarse el pelo. Despues del corte pidió la cuenta y el peluquero le contestó:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El florista, gratamente sorprendido, se marchó. Cuando el peluquero fue a abrir el negocio, a la mañana siguiente, había una nota de agradecimiento y una docena de rosas en la puerta.

No tardó en entrar un panadero para cortarse el pelo y cuando fue a pagar, el peluquero respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El panadero, todo contento, se fue. A la mañana siguiente, al abrir su negocio, el peluquero encontró en la puerta una nota que le daba las gracias y una docena de panes surtidos.

Más tarde un profesor entró a cortarse el pelo y en el momento de pagar, el peluquero de nuevo dijo:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El profesor se fue con mucha alegría. A la mañana siguiente, cuando el peluquero abrió, había una nota de agradecimiento y una docena de diferentes libros, tales como "Mejore su empresa" y "Cómo volverse exitoso".

Entonces un diputado entró a cortarse el pelo y cuando fue a pagar el peluquero dijo una vez más:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El diputado se alejó encantado de la vida. Al día siguiente cuando el peluquero fue a abrir el local, había una docena de diputados haciendo cola para cortarse gratis.

De manera que, por favor, en las próximas elecciones, vota con cuidado…
Atentamente, EL PELUQUERO...

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martes, 9 de noviembre de 2010

Levecavilación que vas... levecavilación que vienes

Los filósofos piensan para mí...

pero no por mí.
:-)

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sábado, 6 de noviembre de 2010

De repente...

De repente comienza un nuevo día...

De repente abres la ventana y te topas con un ejército de pájaros que se mueven al unísono, misteriosos en la perfección de su sincronía, veloces como el rayo en los cambios de dirección, como si un pincel gigante diera trazos certeros con que pintar en el lienzo del amanecer...

De repente el aire se vuelve frío pero su temperatura sacude y despeja los sentires, que como marmotas dormitaban su propia pereza en espera de una nueva primavera...

De repente el sol invisible también reside en cielos grises y mares con superficie de mercurio...

De repente la nota de un violín que invade la estancia, recuerda que la música comienza en el instante en que el árbol regala su madera al instrumento... y a ti...

De repente la lluvia externa seca las inundaciones del interior...

De repente renuncias a otra forma verbal que no sea el infinitivo: reír, cantar, saltar, transformar, llorar, silbar, respetar, tararear, crear, respirar, construir... reconstruir, amar, ser... porque así se concede una oportunidad a la permanencia de su acción constante... a la dilatación de su tiempo...

De repente en el camino en que parecías perderte, una luz inesperada te guía de nuevo en la misma ruta para que te encuentres...


De repente crecen plantas en el desierto...

De repente las nubes forjan un puente esponjosamente sólido que lleva al otro lado del infinito...

De repente confirmas que el fuego que no arde con fuerza, no dejará por ello de ser brasa benefactora...

De repente el sendero se llena de flores que componen una alfombra mullida, aunque sus orillas permanezcan escarpadas y pedregosas…

De repente el horizonte se acerca hasta casi rozarlo si tu mirada se vuelve oblicua...

De repente mueres en la noche y resucitas en la mañana...

De repente despiertas con la certeza de que continuar soñando es salvarse...

De repente si te desnudas hasta el alma, el resto se viste de hermosura... y se reviste...

De repente hay veces en que la belleza es tanta, pero tanta, que sientes que el corazón puede estallar si la sigues contemplando...

Y de repente redescubres que la vida, siempre, está llena de repentes...


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