domingo, 27 de febrero de 2011

Fui...

"Fui a los bosques porque quería vivir con un propósito; para hacer frente sólo a los hechos esenciales de la vida, por ver si era capaz de aprender lo que aquella tuviera por enseñar y por no descubrir, cuando llegare mi hora, que no había siquiera vivido. No deseaba vivir lo que no es vida, ¡es tan caro el vivir!, ni practicar la resignación, a menos que fuera absolutamente necesario. Quería vivir profundamente y extraer de ello toda la médula; de modo tan duro y espartano que eliminara todo lo espurio, haciendo limpieza drástica de lo marginal y reduciendo la vida a su mínima expresión".

("Walden, la vida en los bosques", Henry David Thoreau)


lunes, 21 de febrero de 2011

¿Y tú que haces?

¡Yo copio como una mona!...



¿Será cosa de imperante necesidad humana?... ¿Será por las neuronas espejo?... ¿Será... será? En cualquier caso... ¡hay contagios que debieran dar lugar a pandemias incurables!
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martes, 15 de febrero de 2011

Leveconfusión

A través de los medios de comunicación asistimos a algo cuando menos sorprendente: el mundo árabe se rebela... a la par que se revela. Primero Túnez, después Egipto... Seguidamente se unen con protestas otros países del Magreb como Yemen, Argelia, Marruecos... Incluso los persas (que no árabes) también desean libertad, como ayer quedó patente en las revueltas que se dieron en Teherán. El pueblo reclama su soberanía y ya son dos las naciones que han vencido el pulso a los regímenes que estaban aferrados al poder. A título personal comento que me emocioné profundamente cuando se anunció que el presidente de la República de Egipto finalmente renunciaba a su cargo, que miren que le costaba. Al mismo tiempo, sentí compasión por él. Seguramente estaría convencido de que hacía lo correcto... de que lo hizo a lo largo de todo su mandato. Y es que la tiranía difícilmente tiene la valentía y lucidez precisas para reconocerse frente al espejo. Tampoco hay que olvidar que también hay ciudadanos que se sienten derrotados en este momento; los que le apoyaban. Salvo que se trate de especulaciones, hay noticias de que en la actualidad se encuentra muy enfermo y no seré yo quien haga leña del árbol caído. Especialmente si su tronco tiene más de ochenta círculos y por ende años.

Pero la realidad es que lo que el pueblo ha ganado ha sido la posibilidad de la libertad, pues se trata de una conquista diaria... que no poca dificultades presenta en el camino; tanto la individual como la colectiva. Dificultades no sólo para alcanzarla... sino también para mantenerla. Por tanto hay que tener presente algo que con demasiada frecuencia se relega al olvido: la libertad exige res-pon-sa-bi-li-dad. Derechos y deberes van cogidos de la mano y debieran ser indisolubles. Morales y físicos. Claro está, me refiero a esa libertad a la que el ser humano puede acceder; siempre limitada.

Al parecer, y a tenor de lo advertido, debo entender la libertad de otra manera. Así como por un lado contemplo emocionada el poder del pueblo, que reclama su autoridad y la consigue de entrada, también asisto atónita al visionado de manifestaciones, en la misma “Plaza de la Liberación” de El Cairo, en las que colectivos varios (trabajadores de banca, policías, conductores...) exigen subidas salariales y mejoras en sus condiciones laborales. Apenas un día, o dos, después de que renunciara el presidente. La verdad... es algo que me confunde, pero no al punto de que considere que deba revisar mi concepto sobre el asunto, sino... que me cuesta creer esas reacciones, que no digo conformen las expectativas de todos los lugareños que celebran el cambio, pero desde luego proceden de algo más que de unos pocos.

¿A eso se reduce la importancia de la libertad, su grandeza... a, en primera instancia, reclamar más dinero? Y me pregunto... ¿es este el momento adecuado para ello?... ¿No habrá antes que construir una base sólida, política-social-económica, en la que la creación y mejora de derechos varios sea posible, o al menos trabajar en pos de ello, desde unos representantes elegidos con garantías por los ciudadanos?... ¿No es necesaria e inevitable una transición en todos los órdenes?... ¿Se quiere recoger la cosecha antes de la siembra?... ¿Un país que actualmente no tiene constitución ni gobierno se puede permitir semejante lujo?... ¿Acaso no será prioritario crear puestos de trabajo para quienes no lo tienen antes que subir los sueldos de los ya existentes?... ¿Va a seguir anclada gran parte de la humanidad en el cuento de la lechera como solución?... ¿Tanto poder tiene el dinero que incluso anula el deseo de la auténtica libertad? Porque, damas y caballeros, ¿acaso la libertad... no es otra cosa? Yo creo que sí.

Se agradecerían opiniones varias... que aportasen un poco de luz porque ciertamente comienzo a sentirme un bicho raro a raíz de las mías. Cada día entiendo menos el mundo.... ¡igual conviene que emigre a otro planeta!...


Pensándolo bien... ¿no será que en realidad soy una de ellos militar de profesión para más señas y en una expedición intergaláctica nos topamos casualmente con el planeta Tierra y como comandanta tuve que hacer una exploración previa en un mini-ovni pa’ curar en salud a mi tripulación pero miren ustedes por donde tanta telefonía móvil y campos electromagnéticos interfirieron con los motores ultrasupersónicos a megapropulsión cuántica de mi nave utilitaria accidentándola o teniendo una leche del copón que ni tiempo me dio a hacer un aterrizaje forzoso y ya no pude volver a conectar con la nave nodriza a la que no le quedó otra que dejarme abandonada a mi suerte terráquea eso sí formateándome telepáticamente el cerebro y por ende la memoria antes de darse el piro para que no sufriera traumas de personalidad que me impidieran una convivencia con la especie autóctona más o menos digna y/o camaleónica hasta que puedan rescatarme porque ya sabemos o deberíamos saber que la supervivencia sólo es posible para los que más habilidades adaptativas tienen y no pa’ los fuertes al estilo primo de Zumosol y como es lógico me dejaron también con el poder anexo de adquirir la forma física que deseara pa’ no desentonar entre el resto de humanos?... ¡Ains, me quedé sin aliento!, je. Mi caaaasaaaaa.... ¡aaauuuuhhhhhhhh!...


Lo de la importancia de “internet” en las nuevas revoluciones, incluso políticas, mejor lo dejamos para otro día... ¿no? Y el, ¿merecido vapuleo? femenino a Il Cavaliere (¿quién le bautizó así?) casi que también, ¿no? :-D

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viernes, 11 de febrero de 2011

Levetrueque

Te doy un euro por tu pensamiento (o sentimiento, quién sabe) ...


de este momento.

Mejor dicho... te ofrezco por tu pensamiento (o sentimiento de este instante)...

¡un eurazo!

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jueves, 10 de febrero de 2011

De princesa por un día a princesa permanente...

o mi cibernaveganta del otro lado del charco ;-)
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domingo, 6 de febrero de 2011

Princesa por unos días

Hace unas semanas caminaba cuando escuché un saludo:

- Buen día.
- Buen día,
respondí cortésmente pero un poco a la nada porque no encontré el origen de la voz, por más que me giré buscando en todas las direcciones.
- Estoy aquí, dijo la voz, detrás de la columna.
- ¿Quién eres?, pregunté.
- Soy un zorro.
- ¡Eiiinnnn!... ¿un zorro?... ¿Estás de guasa o qué?- Como lo oyes, mujer de poca fe.
- ¡Vaya, qué cosas más raras me ocurren a veces!
- En tal caso, deberías estar acostumbrada.
- Pues tienes razón. ¿Jugarías conmigo? Estoy, tan, pero taaaannn triste...
- No puedo jugar contigo. No estoy domesticado.
- ¡Ah, perdona!... ¿Domesticar dijiste... qué es domesticar?
- No eres de aquí... ¿Qué buscas?
- Busco a los hombres,
respondí. Pero dime... ¿qué es eso de domesticar?
- Los hombres tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas y en eso reside su único interés. ¿Buscas también gallinas?
- No. Busco amigos. Y por cierto... ¿qué significa domesticar?
- Eres un poco pesada, ¿no?
- Perseverante, prefiero pensar.
- Domesticar es una cosa muy olvidada. Consiste en crear lazos.
- ¿Crear lazos?... ¿A qué te refieres?
- Sí. Para mí no eres todavía más que una muchachita semejante a cien mil muchachitas y no te necesito. Tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí única en el mundo. Seré para ti único en el mundo.
- Empiezo a comprender. Hay varios cibernavegantes... creo que me han domesticado.
- Es posible. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas!
- ¡Oh, no es en la Tierra!


El zorro pareció intrigarse y quiso tener más detalles.

- ¿En otro planeta?
- Podría decirse así. En el levepaís de las maravillas.
- ¿Hay cazadores en ese planeta?
- Ni uno, que yo sepa.
- ¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
- Unas pocas, pero están protegidas de modo que vivitas y coleando. Digo plumeando. Y líbrese de intentar zampárselas alguien porque la pena capital es la decapitación. ¡Que le coooorrrteeeeeennnn la cabeza!, sentenciaría la monarca suprema sin que le temblase el pulso.
- No hay nada perfecto,
suspiró el zorro. Casi mejor me hago vegetariano. ¿Sabes?... mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. En consecuencia me aburro un poco. O un mucho. Pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente del resto. Los otros pasos, por cierto, me hacen esconder bajo la tierra. Tu sonido, en cambio, me llamará fuera de la madriguera, como si se tratase de una música. Y además, ¡mira!, ¿ves, allá, ese castañar? Yo no como castañas. Para mí es un fruto inútil. Los castañares no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes el cabello color castaño rojizo. Y cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! Esos árboles me harán recordarte. Y amaré el ruido de las hojas cuando sus castañas caigan sobre el suelo.

El zorro calló y se me quedó mirando durante bastante tiempo para a continuación pedirme algo.

- Por favor... ¡domestícame!
- Me gustaría,
le dije, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los comerciantes. Pero no existen comerciantes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo... ¡domestícame!
- ¿Y qué tendría que hacer?
- Debes ser paciente. Te sentarás al principio. Te miraré de reojo y no dirás ni mu. La palabra es fuente de malentendidos. Pero cada día, podrás sentarte un poco más cerca.
- O sea, que esto va pa’ largo...
- Mujer... no se domestica en un plis-plas. Y por hoy es suficiente. ¿Hasta mañana?
- De acuerdo, hasta mañanita.
Al día siguiente regresé y allí estaba el zorro, con cara de pocos amigos.

- Hubiera sido mejor venir a la misma hora.
- Ya majo, pero es que ayer tuve el día libre en el trabajo y fue en la mañana cuando coincidimos por primera vez. Hoy no ha quedado otra que venir por la tarde. Pelín exigente... ¿no?
- Verás... en realidad hay una explicación. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
- ¿Rito?... ¿qué es eso?
- Es también algo demasiado olvidado. Es lo que hace que un día sea diferente de los demás, una hora de las otras horas. Por ejemplo, los cazadores tienen un rito que consiste en intentar bailar los viernes por la noche con las muchachas en los bares de copas. El viernes es pues un día estupendo en el que puedo pasear libremente. Si los cazadores no bailasen en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Y así, ratito a ratito, o mejor dicho... rito a rito... domestiqué al zorro. Pero como nada –o casi nada- es para siempre llegó la hora de la despedida:

- ¡Ah!, dijo el zorro, voy a llorar.
- Tú querías que te domesticara, así que reclamaciones... al maestro armero.
- Sí,
asintió el zorro, snif...
- ¡Pero vas a llorar! Entonces... no ganas nada.
- Gano, dijo el zorro, por el color de los castaños. Ve y mira de nuevo a los cibernavegantes. Comprenderás que algunos para ti son únicos en el mundo. Vuelve entonces para despedirte definitivamente y te regalaré un secreto.

Me senté frente al ordenador y me asomé a la inmensidad del mar virtual, topándome con infinidad de blogueros y visitantes anónimos.

- En absoluto os parecéis a mis cibernavegantes; no sois nada aun. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo.
Los blogueros y visitantes anónimos se mostraron ciertamente molestos.

- Sois hermosos, pero aun estáis vacíos para mí. Es probable que una persona común crea que mis cibernavegantes se os parecen. Sin embargo, ellos, siendo sólo unos pocos, son sin duda más importante que el ejército que formáis, pues son los cibernavegantes a quienes he escrito y me han escrito, día tras día, de mes tras mes, de incluso año tras año. Son los cibernavegantes con quienes he reído, lagrimeado y hasta callado. Porque ellos son... mis cibernavegantes.
Y volví a visitar al zorro por última vez:

- Adiós, me dijo. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos, repetí, a fin de acordarme, porque aquella frase tenía pinta de importante que pa’ qué.
- El tiempo que dedicaste a tus cibernavegantes, hace que tus cibernavegantes sean tan importantes.
- El tiempo que empleé en mis cibernavegantes hace que mis cibernavegantes sean tan importantes, repetí, a fin de acordarme.
- Los hombres han olvidado esta verdad, añadió el zorro. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tus cibernavegantes…
- Soy responsable de mis cibernavegantes… dije en voz alta, a fin de acordarme...
¡Ah!... ¿que no cree el respetable que lo relatado ocurrió?... Pues tengo pruebas de que fue la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad...



Valeeee, vaaaleee... en realidad lo que sucedió es que estuve de leve-rebajas :-D. Pero... ¿acaso el zorro no deambulaba por allí de alguna manera?... ¡Si hasta se colocó estratégicamente en la camiseta que compré!...


Bueeeenooo… en su esencia (además en lengua materna), que para el caso… es lo verdaderamente importante.

Bueeeenooo... y que una es fan de “Le petit prince”




Bueeeenooo… y que no me importaría si se me llamara “levepetite princesse”, je.

Bueeeenooo... y que Antoine Saint-Exupéry me perdone, ejem, ejem, por haberle parafraseado de semejante manera. ¡Pero conste que lo viví! Cositas de mi desbordante imaginación. Quién sabe… igual me está guiñando un ojo desde allá donde se encuentre. ¡Si se encuentra! ;-)

Bueeeeenooo… ¡pero cuánto bueno!