miércoles, 30 de marzo de 2011

Esos locos bajitos

Hay diabluras...


que resultan angelicales.


Y hay...


hay...


¡¡¡Aaaaayyyyy!!!

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viernes, 25 de marzo de 2011

¡Caracoles!

Hay palabras de nuestro rico idioma que me parecen de lo más encantadoras e incluso divertidas; particularmente las que denotan enfado, extrañeza, admiración... interjectivas que se las denomina. Pero sucede que están en desuso popular o académico... y en paralelo no suelo recordar que existen, de ahí que no las emplee con frecuencia. Porque tanto me daría que resulten... “pedantes” para no pocos oídos. De modo que más por olvido que por otra razón apenas queda de esa cosecha lingüística una levelocución en mi vocabulario habitual: ¡¡¡Maldición, rayos y centellas!!! (es mu’ importante enfatizar triplemente, je)... y también ¡mecachis! (en la mar salá, a ser posible).

Me gustan especialmente: cáspita, pardiez, diantre, paparruchas, repámpanos, albricias, córcholis, sapistri, retruécanos, carape (esta me la ha enseñado un blogvisitante), caracoles... y aunque parece que la entrada va de lengua, y por ende de letras, todo lo contrario... es puritita de ciencias.

Hace unos días estuvo mi casero en casa, valga la semi-redundancia (lo escribo con guión porque la doble r (rr) me da rrrrrabiaaa (manía, qué le voy a hacer) y siempre que me percato-puedo me la ahorro. Sospecho que se debe a que Doña Erre (que erre) no me gusta porque es muy brrrrruta... sonoramente hablando). El caso es que Andrés, mi casero, es muy majo y haciendo honor a su majería me trajo como regalo el fruto de media huerta de un amigo que le surte. Bueno... digamos una décima parte de la huerta, tampoco hay que exagerar. ¡Está de riiiica la salsa de tomate que preparé ayer...!

Yo soy muy, pero que muy verdulera. No porque me la pase soltando tacos sino más bien porque me alimento-nutro en gran medida recurriendo al mundo vegetal. Podría decir, sin ningún género de dudas, que ha sido mi gran descubrimiento gastronómico llegada a la adultez. Y en lógica consecuencia una vez superado el trauma infantil, porque seamos realistas... si no nos disfrazaban las verduras, o las adornaban de algún modo, no resultaban especialmente atractivas a los ojos -ni mucho menos paladar- de los niños. ¿O se atreve alguien a rebatirme ese... sentir-morirse-cuando-por-sorpresa-tu-boquita-de-pitiminí-toma-conciencia-de-que-ha-comenzado-a-masticar-una-cosa-espantosa-a-la-par-que-pastosa-que-no-sabes-ni-a-qué-demonios-sabe (valga la redundancia, aquí sí completa)-y-que-resulta-llamarse-diente-extraviado-de-la-cabeza-de-ajo-de-las-lentejas-que-tu-madre-preparó-para-el-mediodía-y-que-si-quieres-las-comes-si-no-las-cenas? (en los de mi generación lo de... “las dejas” generalmente era un bulo y/o utopía). En resumen: al menos a la mayoría de gente que conozco, incluida yo, las verduras se nos atragantaban de peques.

Pues resulta que entre las tropecientas hojas de acelgas que me trajo Andrés venía... ¡un polizón! que, desde su aparición, se ha trocado en compañero de piso. O sea, un...


caracol. Sí, sí... ya sé que no se ve bien pero la cámara que vive conmigo llega... hasta donde llega. Para mí que es una cría, salvo que se trate de un Gasteropodus enanus, y por supuesto se llama Acelgo, debido al vehículo de transporte en que llegó y también por homenaje al delicioso cortometraje “Desaliñada”. De momento nuestra comunicación directa se reduce a que le canto... caracol-col-collll, saca los cuernos al sooool, que tu padre y tu madre también los sacóóóóó... y aunque no responde, entre contracción y elongación de mi nuevo amiguillo, todo se andará. Más vale ir lentos (ji-ja-ju-jo...) pero seguros a la hora de construir nuestra relación :-) Eso sí... la convivencia no durará mucho pues cada cual ha de estar en su hábitat natural, así que en breve me veré obligada a sacarle de su acotada hoja y devolverle a alguna alfombra de verdor en la que pueda recorrer al menos los... 10.000 metros lisos. Es un decir. La distancia, ejem.

Y no sé si pensar que se trata de una señal porque... ¡esta mañana al ir a guardar algo en el maletero de Salvatore un clon de Adelfo subía afanoso la pared del garaje (ya iba por la mitad), justo donde mi compañero de fatigas descansa su trasero! Aunque pensándolo bien... era un caracolón (por su tamaño)... ¿será quizás el progenitor de Acelgo que le busca al estilo páter de Nemo? Sólo el tiempo lo dirá, sólo el tiempo...

Esteeeee... ¿habrá que dar de beber a los caracoles? :-P. Y puestos a preguntar... ¿podré aprovechar su baba incorporándola a mi crema hidratante de día?... Ahora está de moda la baba de caracol como supermegaprincipio activo, ¿no? :-D

Conste que lo relatado no es producto de mi invención ¡eeeehhhhhhhh! Si acaso he... leveinterpretado y/o levecontado la real realidad.

Como colofón, para quienes deseen echarse unas risas, o mínimo sonrisas, ¡marchaaaandoooo una de caracoles!

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Unas miguitas de ternura...

Siempre vienen bien, allá afuera...


y aquí adentro.
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lunes, 21 de marzo de 2011

¡Ha llegado mi prima!

Ya tenía nostalgia de ella... incluso saudade...


Sí, mi prima Vera ya está aquí y pasará con nosotros unos tres meses, como acostumbra a hacer cada año. Tiene fama de estar un poco loca. De vivirse extremadamente... que si un día se presenta oscura, que si otro amanece todo iluminada... Lo cierto es que algo de razón hay en ello. Pero la verdad, verdadera, es que tiene un corazón que parece un arco iris de pura belleza que contiene. El resto... es accesorio.

Y estando junto a ella... siempre es tiempo de florecer :-D
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sábado, 19 de marzo de 2011

Generosidad

Los hay que vuelan, como Superman...


Los hay que trepan como arañas por las paredes de los edificios, como Spiderman...


Los hay que vestidos de murciélago y sin superpoderes se alían al intelecto y tecnología para luchar contra el mal, como Batman...


Los hay que tienen la dureza de la roca, el poder de la elasticidad extrema, la facultad de convertirse en antorcha humana, o de hacerse invisible, como los cuatro fantásticos...


Las hay que... las hay, ejem, como ¡Superleve en acción! ;-P ...


Los hay que... se quedan en el epicentro del infierno, mientras sus conciudadanos escapan del radio de acción de la resquebrajada central nuclear de Fukushima... mientras muchos países y empresas del mundo repatrían a los suyos desde Japón. Un grupo de valientes hombres decide tomar el sentido inverso del éxodo, acampando en plena efervescencia radioactiva. Permaneciendo. La vida ya se la han jugado... porque si en el mejor de los casos no la pierden en su dificilísima tarea, a largo plazo indiscutiblemente les pasará factura de alto coste...


Es difícil imaginar mayor generosidad para con su pueblo... para con el resto del planeta. Chapeau!...


Superhéroes de leyenda... superhéroes de la realidad.

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jueves, 17 de marzo de 2011

Yo quería...

Llegó procedente del país del sol naciente. Hace casi una década si no me falla la memoria. Aprender a bailar flamenco fue el motivo de su viaje. Recaló primero en Madrid y posteriormente en Sevilla. Después de ese tiempo sabático que se tomó para satisfacer su deseo artístico, regresó a su lugar de origen pero... el incipiente amor que encontró en Andalucía fue a buscarla; no estaba dispuesto a perderla. Romeo logró que aquel contacto no se diluyera en la nada y finalmente conquistó a Julieta -quien en un principio no confiaba mucho en las posibilidades futuras de aquella relación- al punto de aceptar convertirse en su esposa y establecerse definitivamente en España.


Destinaron unos años a su marido a Almería y fue en clase de danza oriental donde la conocí. Unas pocas alumnas, aventajadas y especialmente interesadas, decidimos apuntarnos a otras clases extras de nivel más avanzado, sin abandonar las que ya nos ocupaban. Entre las ávidas de aprendizaje estaba Junko. ¡Se movía con un arte...! Sin lugar a dudas era la mejor de ambos grupos (huelga recordar que los japoneses generalmente hacen muy bien... todo lo que hacen), pero con cero afán de notoriedad. La danza oriental tiene un importante componente místico y se comenta, se dice, se rumorea... que los cuatro elementos, tierra, fuego, aire y agua, son los que determinan la personalidad de cada bailarina. La profesora consideraba, y se veía a la legua, que Junko era regida por fuego y tierra... y es que, al margen de la elegancia que le acompañaba, sus movimientos tenían mucha fuerza, potencia... lo cual no dejaba de resultar curioso ya que ella es todo serenidad, dulzura y humildad. En cambio yo, en apariencia más intensa, hasta en danza me la paso “levitando” porque es el aire quien me dirige y casi lleva en volandas; fusionado con agua, claro, que en algo se ha de notar que traigo de serie la cola de sirena :-)

Quería hablar de Junko hace tiempo, pero Doña Cotidianeidad acababa eligiendo el contenido de cada entrada. Quería, en una de ellas, contar que sin querer queriendo... al llevarla en coche a casa, tras las clases extras, nos fuimos haciendo amigas en cierto grado íntimas; puede incluso que considerablemente íntimas, teniendo en cuenta que en Japón el mundo emocional se vive de un modo más lejano y menos expresivo.

Quería contar que en la comida de “hasta siempre” que le organicé en casa, cuando su marido por fin obtuvo plaza en Sevilla, acabamos por sorpresa en un abrazo (de los de verdad de la verdadera) a tres, Junko, Olga y yo... consolando a la segunda por momentos muy difíciles vividos tiempo atrás que desconocíamos y que nos confesó en un momento dado de la reunión.

Quería mostrar aquí los regalos que me hizo, al partir. Mi nombre dibujado...


Escrito, con su significado...


Una avecilla, para que continúe “volando”, que demuestra su pericia con el origami...


Su nota de despedida...


Quería testimoniar que por mi vida paseó un ser noble y encantador al que no he olvidado, aunque llevemos un año sin comunicarnos porque el día a día lleva a cada cual por caminos que a veces no confluyen; máxime si hay kilómetros físicos de por medio.

Quería expresar que siempre la recuerdo con rostro sonriente porque, con excepción del previo a su partida y de un instante de debilidad que tuvo por algo triste que le ocurrió, momentos en que sus ojillos oblicuos se humedecieron de más con enorme dignidad, eso era lo que siempre hacía: sonreír. Sonreían sus labios... sonreía su mirada. Así la veo en mi mente cada vez que vuelve su imagen, que sucede habitualmente pues sigo bailando... y no dejo de sentir la huella que dejó en cada paso. Y, entonces, sus sonrisas... hacen que sea mi corazón el que sonríe.

Quería, desde hace meses, volver a marcar su número de teléfono o escribirle unas líneas, como hice anoche... porque su familia vive en Tokio y aunque en principio debe encontrarse bien tras la sucesión de catástrofes, Junko ha de estar bastante afectada. No sólo por lo que le atañe directamente. Con frecuencia puntualizaba que era japonesa. Lo decía con sano orgullo, aunque viviera en España. Y añadía que deseaba seguir siéndolo siempre... independientemente de que sólo regresara de visita al lugar que la vio nacer... crecer...

Si ya sentía un respeto profundo por el honorable pueblo nipón, ahora no ha hecho sino incrementarse. Un pueblo de voluntad diamantina cuyo poder organizativo es capaz de superar casi todo, y esa es su gran esperanza en el duro presente que les está tocando. Los japoneses son trabajadores, cívicos como pocos, estoicos... mucho tendríamos que aprender de ellos los mediterráneos y otros tantos habitantes del planeta. Son un modelo de serenidad y orden para las almas que luchan contra la fatalidad. Y para las que no. El ejemplo que están dando frente a tamaña adversidad es para quitarse el sombrero. No merecen lo que ha ocurrido... lo que sigue ocurriendo, pero... ¿¡quién merece algo semejante!? Ojalá, dentro de la gravedad de lo acontecido, la cosa no vaya a más. Ojalá.

Sí... yo quería, con esta entrada, manifestar mi lejana solidaridad con Japón y su gente. Dar un permanente abrazo a un país que ha quedado asolado física y emocionalmente...


Y... quería recordar que... quería a Junko. Que la sigo queriendo :-)

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viernes, 11 de marzo de 2011

¿Me sentará bien el rubio?

Esta tarde salía del vestuario de la piscina dirigiéndome a recepción para entregar la llave de la taquilla. A medida que bajo las escaleras, veo que entra un grupo de adolescentes con dos adultos. Algunos se sientan en un banco. Cuando paso delante de él, descubro una cara conocida...

. Leve.- ¡Hola Lucía!

Y me coloco frente al mostrador, esperando mi turno. Lucía, más muda que una estatua, cierra los ojillos escrutándome. De repente, se levanta abriendo los brazos de par en par y cuando me quiero dar cuenta... ¡¡¡ooooohhhh, estoy rodeadaaaaa!!!... al tiempo que vuelve a apoyar su cabeza sobre mi hombro.
. Leve.- Lucía... hoy no dices nada. ¿Cómo estás?
. Lucía.- Maaaaalllll...
. Leve.- ¿Mal?... ¿eh, qué paso?... cuéntame...
Sigue sin hablar pero me mira (sin soltarme de su super-mega-abrazo-de-los-de-verdad-de-la-verdadera) y empieza a sonreír.
. Leve.- Ya verás que ahora te lo pasas muy bien en la piscina, disfrutando del agua. ¿A que sí?
Y Lucía asiente afirmando ininterrumpidamente con la cabeza.

Por fin la monitora acaba de hablar con el recepcionista y al girarse... nos-me ve. Juntas... y revueltas. O sea, abrazadas. Y con una expresion como pensando de puertas adentro... ¡otra vez estas dos!...

. Monitora.- ¡Tú sabrás!... yo no te digo na', -me suelta. Pero nosotras, Lucía y yo, seguimos a lo nuestro, je.

Luego... si soy David Bisbal... ¡¡¡tengo un fan!!!, ¿no?... Bueeeeno, una fan para ser exacta, je-je. Esteeee... ¿me pedirá un autógrafo en otra oportunidad?... ¿quizás que le cante... bulerííííaaa-buleríííaaaa tan deeentrooo del alma míaaaaa es la saaangre de la tierra en que nacíííí...? Voy a ensayar la vuelta coreográfica que, entre otras cosas, ha hecho famoso al muchacho. Por si acaso me la solicita... que sin su público, un artista es como un parque sin niños... como una primavera sin flores... como una mariposa sin alas... como un circo sin payasos... y hay que contentarle :-D

Que nooooo... lo que tengo es una nueva amiguilla que, otra vez, me ha dibujado una enorme sonrisilla... :-))) y tal que así, con gesto requetealegre, he salido de las instalaciones deportivas. ¡Ops... qué bien me viene!

Y miren por donde, buscando una imagen en la red con que ilustrar, voy y me topo con una fotografía que bien podría ser un retrato de la propia protagonista. Juraría que es gemela de Lucía...

¿A que es guapaaaaa? :-)

Y a propósito, me ha dicho un pajarito que las personas con Síndrome de Down saben muy bien a quien quieren abrazar. ¿Será cierto?... ¿Seré una enchufada?...

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martes, 8 de marzo de 2011

Los renglones torcidos de Dios

Estaba sola en el vestuario de la piscina, recién duchada y presta a vestirme, cuando de repente escucho a mi espalda:

. Desconocida.- ¡Eres David Bisbal!
. Leve.- ¡¿Einnnnn?!...

. Leve.- ¡Aaaaah!... lo dices por los rizos... Bueno, él es rubio en realidad y la diferencia más importante… ¡es un hombre!, -respondo con una sonrisa.

Entonces… la persona que me hace el comentario, una chica pizpireta de unos 16 años, me mira alegre... me llama guapa... se me acerca... y me da un abrazo. De los de verdad... de la verdadera. Sonrío de nuevo... particularmente por dentro... mientras nos rodeamos la una a la otra y apoya su cabeza en mi hombro.

. Desconocida.- Me llamo Lucía.
. Leve.- Pues mi nombre se parece al tuyo.
. Lucía.- ¿Cuál es?
. Leve.- Alicia.
. Lucía.- Alicia... qué linda eres...
-dice mientras me acaricia lentamente una mejilla.

Conversamos un poco y me vuelve a abrazar con ternura... “te quiero, como una hija quiere a su madre”, -añade. Yo, como la primera vez, le devuelvo el abrazo. Curiosamente no siento la menor sorpresa por lo que está sucediendo. En ese momento llega su acompañante:

. Monitora.- ¡Lucía... déjala!...
. Leve.- Por mí no hay problema. No me molesta, todo lo contrario de hecho. Deberíamos abrazarnos más. Sanamente. Sólo… porque sí.
. Monitora.- Pero hay que controlarla... va hablándole a todo quisque... abrazando a desconocidos... no puede ser.
. Leve.- Tienes razón. En este mundo... lamentablemente no es posible. Por el bien de Lucía, sobre todo.


Torcuato Luna de Tena escribió una novela cuya historia gira en torno a la experiencia de una detective que es internada en un hospital psiquiátrico, donde los pacientes con enfermedad mental son según el autor... los renglones torcidos de Dios.

Y... si consideramos que todos los seres humanos distintos a lo que se estima “normalidad”... que los Síndrome de Down, como Lucía, también son renglones torcidos... ¡qué bien escribe el creador a través de trazos que no se realizan en líneas rectas!

Y que todavía haya quien les considera retrasados... Distinto es que, más allá de su evidente discapacidad, el mundo no esté preparado (y en consecuencia sea el auténtico retrasado por todo lo que le sobra de nocivo), para que en él habite con plena libertad... semejante pureza de alma.

Ahora, me viene a la mente un vídeo que hace poco colgué y resulta que... ¡pega verlo de nuevo!...



¿Les recuerda a alguien su protagonista?... ¡A mí sí! ;-)

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