domingo, 4 de julio de 2010

Y hoy lo bueno... que lo hay

Una de las cosas que más me gusta cuando voy de excursión es aventurarme en ruinas con las que te encuentras por sorpresa. Hace aproximadamente una década, recuerdo como glorioso un momento en el que descubrimos todo un poblado formado por unas doscientas casas (con colegio incluso), que fue abandonado totalmente a final de los años 60-70, y que en general se conservaba en muy buen estado. Construcciones de piedra con techos de pizarra... alacenas, algunos muebles y menaje que aún permanecían en ellas... los corrales unidos pared con pared a las viviendas... Sito en la cima de una montaña de la provincia cuya altura no sé con exactitud, pero calculo no excederá en mucho los 1.500m. La única manera de llegar era a través de un sendero, de no más de un metro de ancho lo cual me hacía admirar doblemente a sus pobladores, pues aquel camino no hacía sino añadir dificultad a una existencia dura de por sí.

En exploraciones de este tipo, con el alma vestida a lo Indiana Jones, me fascinan particularmente las vidas que en paralelo me invento sobre la marcha. Como soy muy peliculera... hasta a los habitantes veía, je. Y si era menester... fantasmas... ¡uuuuhhhhhhhuuuuhh! Muertos digo, que vivos los hay por doquier e incluso es probable que hasta a mí alguien me considere como tal. Es lo que tiene ser consciente de que no se puede gustar a todo el mundo. O todo el tiempo a quien agrademos de forma habitual.

Después de este "irme por los cerros de Almerialópolis", que no Ubeda, entro en materia. Como quiera que todo tiene su lado bueno, veamos qué de aprovechable tiene mi centro de trabajo.

Lo primero es lo primero: fichar. Que a pesar de que el edificio data casi del pleistoceno tiene reloj-controla-personal-cumpliendo-su-jornada-laboral. Faltaría más...


A continuación, dependiendo de la época, disfruto amaneceres que quitan el sentío... porque precisamente lo dan. Don Mar... no demasiado lejos, se encuentra tras las copas de los árboles...


La escalera, con su doblez, me hace sentir Escarlata O'hara (o similar) en su mejor momento prácticamente cada vez que la bajo...


También, en contrapartida, y como los peldaños se estrechan en el interior de la curva que forma, se te puede ir el pie y pegarte una leche del copón. Mismamente lo que me ocurrió la semana pasada. En mi caso (¡por suerte!) se trató de resbalón en vez de un potencial desnucado (¡gracias!), y el accidente se redujo a que mis posaderas fueron rebotando escalón a escalón, como si de piernas se tratasen. Le debo la vida a mis muñecas, que hicieron perfectamente la función de "garfios" a medida que me desplazaba y evitaron un mal mayor. Aunque dolió... ¡ya lo creo!...


Como soy una antigua pa' según qué cosas, los suelos me parecen preciosííííííísimos...




Y vaya, en lo que otrora fue un aula, encontramos una pizarra de las de antes. ¡Con tiza y todo!...


Recojo para el momento didáctico un póster entomológico, que quita su mala fama a ciertas criaturas y se la otorga buena...


Como dedicatoria especial a alguien a quien no será necesario nombrar, ejem, ejem, encuadro a una de las criaturillas. Tan sólo le hago hincapié en que, según la leyenda, "si se la conoce, contará con una valiosa aliada", je...

Otra de las cosas buenas del laborratorio (gentileza del genio por excelencia en imprecisiones) en materia de seguridad es que los trabajadores podremos morir congelados, o incluso quemados, pero sólo por dentro porque además de extintores varios -siendo uno de ellos especial para productos químicos- también contamos con una...


¿Una sola?... Pues va a ser que sí.

Aquí llega el toque sentimental de la entrada. Cuando mi compañera-amiga Milagrito se marchó, me dejó a su planta verde que la quiero verde, la cual, en su honor, se llama Milagrito-2. Había pensado en Milagrito Junior, pero no le gustó... le parecía ambiguo. Y con pájaro del alma, o mariposa incorporada, qué detalle...



Frente a mi espacio hay una terraza con una puerta estupenda, que queda genial en plan "contraluz". Claro, la susodicha está cerrada a cal y canto pues no es recomendable pisar su suelo; por lo que pudiera, o pudiese, ocurrir.

Excepcionalmente algún temerario se asoma. Y puede ocurrir que de repente se otee algo en lo alto... ¡Un momento!... ¿qué es eso que se ve?... ¿Superleve en acción?... ¿un burro volando?... ¡No!... ¡Es un avión! Como quiera que el aeropuerto está muy próximo y aquí el tráfico aéreo es escaso, está muy bien que de vez en cuando un pájaro de acero te sobrevuele más o menos cerca. En ocasiones muy, muy cerca. Al no tratarse de "Barajas" o "El Prat", me puedo permitir el lujo de disfrutarlo y olvidarme de ruido, leyes físicas y aerodinámicas. Con lo cual, que un bicho de taytantas toneladas de peso se sostenga en el aire y además vuele, resulta a la postre... ¡magia potagia!...


Otro contraluz de un ventanal magnífico que forma parte de un despacho (inutilizado, of course) con muchas posibilidades, pero de momento ninguna realidad...


El hombre invisible frente a la mujer invisible... O el policía en plena época de ley seca interrogando a un secuaz de Al Capone (quién sabe si al propio gánster)... No sé, me gustó esta imagen "años 50" y de algún modo la tengo que explicar :-)...


Ya fuera la selva nos muestra a un tigre de Bengala que suele merodear por allí... Ejem, a un gato quiero decir...


Un pariente del tigre de la imagen previa que tuvo un ataque de sed y la sació vía Spa...



Y... ¿acaso en cualquier edificio idóneo como mansión para la familia Adams, faltaría la buhardilla... ese lugar tras cuya puerta probablemente se esconde el mismísimo mal?...


¿A que impone? Sobre todo de noche, ¡glubs! De camino a ella hay un coqueto, por chiquito, tragaluz...


El ángulo de la escalera, con su estrechez, contribuye a la claustrofobia propia de una escena de cualquier película de terror, pero me gusta...


¡Ops... un fantasma! Digo una levefantasma... De ahí que aparezca translúcida (y yo que siempre odié este tipo de fotografías-espejo... Si es que por la boca muere el pez... y las sirenas, por supuesto :-P)...


Tras haber hecho el bobito y/o desvariar hoy en estos lares (¿más de lo habitual?, je) porque hace un caló que no se pué aguantá y no hay aire sino fuego, rogando clemencia, aprovecho parte del mobiliario expuesto para dejar al respetable un...



Y llegada a este punto sólo me queda decir... adióóóóóóóósssssss...

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4 comentarios:

  1. Esto de hoy no es un laborratorio, sino un leveratorio. ;-)

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  2. jeje, mírala qué cuca, cómo alarga el brazo para que no pegue el flash en el espejo...

    muy chulas las fotos que resaltas: la de la sala de interrogatorios, la de la escalera, y también las fotos de los suelos.. ¡parece que trabajas en una villa romana con tanto mosaico!

    gracias por compartir esas imágenes de tu entorno con nosotros. ¡Eres la reportera más dicharachera!

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  3. Estoy de acuerdo en que eres una gran reportera, se te da muy bien la descripción y la ilustración de lugares :) aunque yo veo tu lo veo un cuanto solo de personas.

    Me gustó el lugar, un poquitín setentero en efecto pero muy espacioso y con encanto. También me gustó eso de la "Fauna Beneficiosa I" y me pregunto a quien le habrás dedicado el bichito verde :)

    Ahora si que eres toda una "Alicia del otro lado del espejo" me parece lindo que te dejes ver y nos dediques una fotito para saludarnos.

    Desde acá te devuelvo el saludo y te mando un abrazote amiguis.

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  4. Amkiel… la levedad (y/o leveratoriedad) comienza a absorberme… ¡a este paso me evaporo! Mismamente desaparezco… ¡plof!


    Víctor... las cuca(rachas), otras. Considerando que soy de lo peor-peor tomando fotografías, lo de la ausencia de flash… pura casualidad. Es más, te aseguro que jamás de los jamases pasó por mi mente autofotografiarme, en particular de semejante modo, y mucho menos publicarla en el bitácora, pero… de perdidos al río, je-je.

    Pues… cuando me hago una cola en lo alto de la cocorota (lo llamo ponerme la palmera), o sea prácticamente todo el verano, tengo pinta precisamente de las romanas de antaño. O eso dicen, comentan, rumorean.

    A propósito… ¿podrás creer que cuando estoy al otro lado del espejo alguien me confunde con un fantasma, y cuando estoy a este (teniendo to’ la pinta del susodicho), no?... ¡qué cosas, qué cosas! O mejor dicho... ¡qué diferentes ópticas, qué diferentes!

    ¿Soy la reportera más dicharachera?... ¡Bieeeeennnnnnnnn…!


    Myriam… ya ves, amigüi, tengo que recodarle a quien tú ya sabes que… si se confía en ella, se convierte en una gran aliada, je.

    Y en realidad… ¡aquí estoy a este lado del espejo! En el enlace que pongo en las líneas dirigidas a Víctor sí que me encuentro al otro lado, en plan cómic, tal cual estas criaturillas.

    ¡Gracias maja!

    ¡Gracias majos!

    Y ahora… me retiro a no dormir, porque con este calóóóóó…

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